Prólogo

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Irlanda, Agosto del 2018.


—Ponle un poco de azúcar a tu saludo.

—¡Son las ocho de la mañana Ingrid!— levanto mis manos— ¿Qué esperabas?

—¡Que va!— pasa su mano por su cabello— Olvide lo agria que te pones  a estas horas.

—Te adoro, lo sabes— la señalo— pero en este momento te odio.

Con el ordenador en mi regazo veo como hace muecas de burla a través de la pantalla.

—Intuyo que esa felicidad que traes ensima ahora, es culpa de Luther.

—¡Aw! no lo niego, fue una noche inolvidable— guiña su ojo— como tantas otras.

—Eres una zorra— espeto entre risas.

Escucho el timbre de casa, una, dos, tres veces.

—Voy a darle desayuno a mi querido.

—Hacerle, diras.

—No, no, a darle— Sube y baja sus cejas.

—Demasiada información— pongo la mano en mi rostro de manera que la palma queda hacia afuera.

—Chao cariño, llamo luego.

La saludo con la mano y termino la llamada vía skipe de mi prima, bajo las escaleras, tomo un sobre a mi nombre que esta en el piso, supongo que el timbre era el hombre de la la correspondencia y camino a la cocina. Como siempre no hay nadie, ya no me sorprende, con calma dispongo de hacerme el desayuno.

Sentada en la isla, con una taza de café en mi mano y una tostada francesa en el plato, observo la foto familiar pegada en la nevera. Detallo esa foto que fue sacada hace 10 años en las ultimas vacaciones, donde papá y mamá se veían felices, donde mis hermanos jugaban con la arena, y yo como siempre tenía mi ceño fruncido y con una mueca de disgusto, tipico de mí.

Sensillamente esa foto donde todos éramos felices.

Mientras más veo, y más recuerdo, más odio siento.

Recuerdo la carta que tenía hace unos minutos atrás, veo un sello familiar, me apuro a abrirlo y la leo detenidamente.

-¿Qué haces?

-¿Buscando una nueva vida?- respondo y sigo leyendo.

-¿Por qué respondes con una pregunta?

-No se- digo dando un sorbo al café- ¿Decisión espontánea, tal vez?

-Eres tan rara - comenta mi hermano.

Lo observo tomar de la nevera una lata de Coca-Cola y beberla casí de un solo trago.

-Quien habla de rareza, desayunando mierda- espeto- se te oxidarán las tripas.

Termino de leer, doy un pequeño grito y brinco del taburete, mi hermano me observa con los ojos entrecerrados.

-Rara y loca- dice con una sonrisa burlona- todo un combo.

-Callate Jared y ven a felicitarme- agito el papel que tengo.

-Felicidades- pasa una mano por su cabello, luego rasca su nuca- pero ¿por qué?- se nota confundido.

-Aplique en la universidad y me aceptaron-

-Eso es grandioso Morgan, es una muy buena sorpresa.

-Es Ludwig-Maximilians-Universität München- digo acercandome a él- ¡Me voy a Alemania!

Miro su rostro que tiene bien grandes sus ojos y su boca esta ligeramente abierta, parece en shock.

-Me contenta mucho que seas la primera en irte- habla por fin- y lo que me llena de felicidad es que te decidiste en una meta que mejorará tu futuro-me abraza luego me suelta y me mira.

Me quedo en silencio pensando que dirán mis padres, pero francamente con la felicidad que tengo no me importa. Se que se opondran un rato, al menos mi queridisimo padre, pero después no le va a importar, solo soltará dinero sin preocuparse por nada más

-Todo saldrá bien- enuncia Jared como si estuviera leyendo mis pensamientos- Por el idioma no hay que preocuparse, ¡somos multiculturales!- se carcajea.

-La bendición de ser bilingües- río abrazando el trozo de papel -¡Agárrate Alemania!- digo sin mas que agregar de la emoción, viendo de nuevo el papel que cambiara mi vida... en muchos sentidos.

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Aclaración: los capítulos serán mucho, mucho más extensos y estarán numerados. El relato es de Morgan, pero habrá extras de Izan que no contarán como capítulos.

Ahora si, muchas gracias por leer.
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Un beso enorme.

Una y mil veces IzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora