Curiosamente te enamoras de lo inesperado, de lo desconocido, y eso mismo le pasa a nuestra gran Ex Reina Elsa.
Desde hace tiempo que no habla con Anna, y el tiempo en Ahtohallan le hizo reflexionar sobre varias cosas entre ellas la extraña relación...
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Busco en cada rincón del castillo, claro sin ser pillada por la reina, en este caso Anna, ya que le había dicho que debía irse.
Le pregunto a algunos aldeanos de alrededor, y solo le contestaron que a él siempre le gustaba ver la puesta de sol a las afuera de castillo, la chica les agradeció y llegó justo donde le indicaron para ver al muñeco que efectivamente estaba ahí, sentado.
¿Ahora qué?
-¿Como estas Elsa? –pronuncio aun sin verla, se exalto un poco pero se terminó acercando.
-Hey Olaf, ¿como estas tu? –alejando el vestido blanco se sentó de la forma que más cómodo era para ella, el muñeco solo le sonrió con carisma.
-¡Estoy muy bien!, ¡todo es genial aquí!, ¿y tú?, ¿cómo estás en Ahtohallan? –la pregunta que quería evitar.
-¡P-pues bien!, ehhh... todo es genial, sin peligros, sin riesgos, ¡todos están felices! –le sonrió falsamente algo que de alguna manera le hizo a Olaf no creerle.
-¿Elsa?, ¿pasa algo?, no actúas como tú –le dice desviando la mirada triste, la chica solo se acerca la mano en la cara para suspirar pesadamente, no puede esconderle nada a Olaf.
Por más que lo intente.
-¡No es nada Olaf!, solo que bueno, últimamente me siento un tanto rara estos días –dice bajando los hombros y recibir la atenta y curiosa mirada del muñeco de nieve.
-¿Y como te sientes? –le pregunta con una sonrisa y entusiasmo, Elsa sonríe ladinamente para voltear la vista al lugar donde pronto ocurrirá el atardecer.
-Me siento feliz, con mariposas en el estómago, pero a la vez me siento hueca, olvidada, con el peor dolor que puede alguien soportar -hundió su cara entre sus rodillas sin hacer contacto visual aun.
-¿Y puedo saber la razón de ese dolor?, digo no te sale solo porque si, debe de haber alguien que lo esté ocasionando –pregunta un tanto curioso y con molestia, no le gustaba ver así a la albina.
-De hecho si.... –y ahí Elsa no sabía si decirle o no –.....es Anna...
-¡¿QUÉ?! –gritó el muñeco por los mil vientos dejando casi sorda a la contraria.
Esto tardará en explicarse.
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