Capítulo 6

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Horacio llegó junto con el ruso y Juanjo pasado unos veinte minutos. Se acercaron a pie ya que no podían meter el auto, y llamar a una ambulancia sería muy sospechoso. Juanjo se aseguró de que la gravedad de sus heridas no fuesen graves antes de tomar la Sánchez de Gustabo e irse.

-No puedo caminar... Ayúdame.- El rubio alzó un brazo hacia el de cresta y éste hizo que envolviera su cuello. Lo levantó con sumo cuidado y Gustabo cubrió su boca con la mano libre para no emitir sonido alguno.

-Ya deja de quejarte, mariconetti. Suficiente tengo con el dolor de cabeza.- Dijo Conway, siendo ayudado por su amigo.

-Andando.- Dijo el peligris.

Llevaron con cuidado a sus amigos hasta el auto de Horacio. Los colocaron en la parte trasera del auto y fueron directo al nuevo hospital de la ciudad, quedaba lejos, pero era el único que había luego del accidente del anterior.

Una vez llegaron, dos doctores se llevaron a los heridos en camillas para que no tuvieran que moverse de más. Dijeron que habían tenido un accidente con la moto, lo cual en parte era cierto.

Ambos presentaron rasguños en todo el cuerpo. Gustabo resultó tener quebrada una de sus piernas, pero no era muy grave, en una semana estaría como nuevo. Por lo demás solo fue vendado en las heridas más profundas.
En cambio, Conway solo recibió unos puntos en su cabeza y vendas en las piernas y manos.

Una vez estuvieron desinfectados y listos, los dejaron a solas en la habitación para descansar en lo que el yeso del rubio se secaba.

-¿Y bien?- Dijo Conway. Mas al ver que el otro no le comprendía, rechistó. -Tus dudas.

-No sé como plantearla.

-Haz el intento.

-¿Por qué eres tan distinto a la persona que vi ayer?

Jack cerró los ojos para responder.

-Mi padre es el cura Josécristo. Crecí con él, fui forzado a hacerlo. Me enseñó a portarme bien tal cual lo indica la biblia.

-Y a sus espaldas eres otro.- Afirmó.

-A sus espaldas soy yo.- Abrió los ojos y vio a Gustabo. -Y como le digas algo a mi padre juro por Dios que voy a matarte, ¿me escuchaste?

-Uf, casi que te prefiero en modo Cristo, eras más agradable.

-Bien por ti, mariconetti.

-Y dale con mariconetti, ¿tienes algún problema con los gays?

-En absoluto. Solo no lo comparto.

-¿Y por eso me llamas así?

-Te llamo mariconetti porque desde que me subí a tu puta moto de mierda que te estás quejando todo el puto rato como una nenaza.

-No solo yo...- Murmuró mientras apartaba la mirada.

La puerta se abrió y una enfermera ingresó para darles el alta y unas muletas al menor. Además, le agendó una cita para que en una semana le revisaran otra vez.
 Una vez acabaron, fueron con sus amigos a la sala y de ahí, subieron al auto.

-Dejaremos a Volkov y Conway en el Tequila-la-la y entonces te llevaré a casa.- Explicó Horacio. Gustabo asintió suponiendo que el ruso era el tal "Volkov".

Y así fue, fueron de regreso al bar, recibieron su paga y se despidieron de los demás luego de que la mafia sexy y Lolo firmaran el yeso de su amigo herido.

Se hacían llamar mafia, pero la verdad es que eran unos chicos buenísimos.

Falling Skies | IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora