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──¡Huang zi¹!
──Fan Wujiu, cuántas veces te he dicho que puede llamarme por mi nombre.
──Perdón...Xie Bi'an.
"Sencillamente no puedo vivir lejos de ti."
La dinastía Xie actualmente gobernaba el próspero Imperio, su príncipe heredero, Xie Bi'an, desde que era un niño siempre tuvo un guardia fiel de su misma edad, Fan Wujiu, el hijo del guardia principal de su padre, un cargo que se pasa de generación en generación.
Fan Wujiu era alguien sumamente testarudo, pero era consciente de su posición como subordinado y saber que el príncipe heredero, futuro emperador, lo tratara de una forma tan fraterna le era extraño.
Xie Bi'an soltó una ligera risa mientras acomodaba el cabello blanco de su amigo, sabía que era muy inapropiado de alguien de la realeza ser así de cercano con sus súbditos, pero quién iba a culparlo, el muchacho poseía un corazón de oro.
Claro que esa amistad era malinterpretada por el pueblo, creyendo que el albino es muy descarado al ser tan cercano al futuro emperador, o peor aún.
"¡El príncipe heredero es un manga cortada²!"
"¿Manga cortada? Que los dioses se apiaden de nosotros..."
Cada vez que iba a cazar faisanes o a pasear, escuchaba chismes y rumores hacía su amigo.── A-Bi'an³ no puede estar enamorado de mí, ¿Verdad? ──se decía todos los días en un intento de apagar esas ligeras llamas que amenazaban con carbonizar su corazón y sucesivamente, su razón.
El pobre estaba desarrollando sentimientos hacía el que le daba de comer, a la persona que debe dar la vida si es necesario, pero, como no ilusionarse siendo que el chico es tan amable y atento con él, tratándolo como a un hermano.
Incluso si lo único que quisiera el príncipe es ser tratado como una persona normal y él solo estaba deformando las cosas, creyendo de manera estúpida que el de cabellos negros se fije en él. Sería imposible.
Ese sentimiento que hacía cada día más difícil mirar los dorados ojos del príncipe.
Ese sentimiento que hacía que soñara con una vida con él que no sea como un simple guardia.
Ese sentimiento que hacía quererlo para él solo, escapar de esos deberes y cargos, ser el uno al otro, sin prejuicios ni jerarquías.
En autonegación, solo movió rápidamente su cabeza en ademán de borrar los pensamientos tentadores que rondaban su ya confundida mente de adolescente y se dirigió a su entrenamiento con el ejército.
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