XVI

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Nunca hay un punto medio.

Si no me agobia el silencio,
me desesperan los gritos.

Si no me encandila la oscuridad,
me enceguece la luz.

Me ahogo aunque respire,
y aunque despierte, no existo.

Te miro y no te enfoco,
te veo y siento morir.

Por el día mi cuerpo pesa,
y por las noches creo flotar,
acaricio las nubes que no están,
y me sumerjo en besos que no me diste.

Te extraño, y estás conmigo.
Te busco, y nunca te vas.

Pero me sigue agobiando tu silencio,
y me desespera la mente que no deja de gritar.

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