XVII

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Pensando en cómo no pensar, buscaba una respuesta a aquel desafío; ya que no me bastaba con apagar la mente tan solo unos pocos suspiros.

Ya no necesitaba esas descargas de adrenalina que queman la garganta, y que con euforia desgastan el habla, cuando no amoratan tus venas.

Tampoco me interesaba descorchar miles de infiernos, porque en cada trago que daba me hacían llorar tus dulces besos.

El color de la tortura dejó de importarme, cuando después de veinticinco tiros, mi vista borrosa por las lágrimas, no pudo enfocar nuestro expiro.

Y llegó un punto en el que el humo ya no me escondía, ya no nublaba mis pensamientos, y el salbutamol se volvió mejor compañía a pesar del ahogamiento.

Entonces encontré tus textos, y llené de tus letras mis heridas. Mi adicción se volvió leer e idealizar tus rimas. Esconderme en cada verso, encontrarte en cada esquina... Ahora cada tanto me sumerjo en mil párrafos tuyos por cada línea mía.

Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora