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Fui enviado a un internado y mi vida por varios años se resumió solo en estudiar y en una que otra jugarreta infantil por las que me lleve más de un castigo.

Me gustaría decir que hice amigos pero los demás niños lejos de verme como un compañero, tenían la visión de que yo era un juego más en esas monótona vida dentro del monasterio, perdí varios dientes y más de una vez termine por varias horas en la enfermería custodiado por un cura que me intentaba sacar la verdad mediante amenazas de fuego eterno. pero como ya dije el miedo a las represalias que tomarían mis compañeros era mucho mayor que promesas de penitencia.

Todo esto se repitió hasta que saque cuerpo y me empecé a defender, en una de esas tantas peleas, que por lo menos ahora eran más parejas, conocí al que sería mi mejor amigo y mi más fiel compañero, por algún motivo, él, que siempre se había mantenido al margen decidió unirse para pelear a mi lado y realmente era bueno, fácilmente podría decir que yo me podría haber ido y de igual forma él hubiese ganado la pelea.

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