Eran las 4 de la mañana y yo seguía despierta, las pesadillas no me dejaban conciliar el sueño.
El sudor recorría mi espalda, y me provocaba escalofríos. Intenté dormir, pero fue imposible.
Las pesadillas volvieron.
-Noelia..., ¿dónde estas?, no voy a hacerte daño.-calló por unos segundos esperando mi respuesta, pero al no tenerla se desesperó.-¡Noelia joder, sal de una puta vez, lo vas a tener que hacer sí o sí!
Me incorporé de la cama más sudorosa de lo que estaba pero ahora también me templaba todo el cuerpo.
Miré a mi alrededor, estaba en mi habitación la que había añorado durante 2 largos años.
Me levanté de la cama y fui a la habitación de mi madre, ella también estaba despierta.
-No puedo dormir
-Ven.-dijo colocando las sábanas para que me metiera.
-Quiero ir al psicólogo.
-¿Qué?-me preguntó mirándome extrañada.
-Quiero ir al psicólogo, o a una bruja ¡me da igual donde solo quiero olvidarme de todo esto!-dije llorando.
-Vale, es muy maduro por tu parte y tienes razón una psicóloga podía ayudarte bueno..., a las dos yo tampoco estoy bien.-dijo mientras me arropaba.- y ahora intenta dormir.
Me levanté y miré el reloj, eran la 11 y mi madre ya no estaba, seguro que había bajado a hacer el desayuno.
Bajé las escaleras mirando cada rincón de la casa como si nunca hubiera estado en ella.
Al llegar a la cocina, vi a mi madre en la mesa comiendo mientras leía el periódico, al verme rompió una hoja del periódico y la tiraba a la basura.
Yo ya sabía lo que había en ella y no le quería preguntar.
-Ven.-dijo mientras se acercaba a la encimera.-tienes zumo y churros.
-Gracias.-dije sonriendo.
-Venga come que se te que...
-La chica que había sufrido un...-justo en ese momento la tele dió mi noticia.
-¡Quítalo, quítalo!-grité.
-Ya está.-dijo tras haberla apagado.
-¡No puedo más..., no puedo más!-dije llorando.-¡me quiero morir!
-¡Ni se te ocurra decir eso!, no tengo a nadie más.
-Mamá, era una forma de hablar.-dije arrepentida.
-Pues no vuelvas a hablar así.-dijo seria.-prepárate que vamos a ver a tu familia, quieren verte.
-No quiero ver a nadie.
-No es una opción, es una obligación.
Subí a la habitación y me puse unos pitillos y una sudadera.
Fuimos recorriendo cada casa y siempre era lo mismo, besos, abrazos, lloros y como no escalofríos.
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Secuelas.
Подростковая литератураUn secuestro no es nada fácil, las secuelas que te quedan tampoco, pero más difícil es vivir con ellas. ¿Podrá Noelia sobrevivir?