III. La vocación de Kalisa

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CAPÍTULO TRES
LA VOCACIÓN DE KALISA

No había un solo día en el que no disfrutara pasar tiempo con las personas que amaba

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No había un solo día en el que no disfrutara pasar tiempo con las personas que amaba. Ya sea hablando, riendo, estando en completo silencio o incluso discutiendo a modo de broma. Todos esos momentos me hacían profundamente feliz e instalaban una sensación cálida y reconfortante en mi pecho.

Una de las personas que más apreciaba en mi vida era Kalisa. Ella era simplemente una luz en mis días. No había día en que no disfrutara estar con ella, ya sea charlando, viendo películas, escuchando música o simplemente escuchando su escandalosa risa de cerdito. Es por eso que no había algo en la faz de la tierra que pudiera negarle.

Lo que algunas veces me condenaba enormemente.

Kalisa tenía muchos pasatiempos en la vida, también le gustaba experimentar en muchas cosas hasta encontrar para lo estaba destinada. Una vez intentó ser cantante, no le salió bien porque cuando cantaba parecía un gato siendo ahorcado hasta la muerte. Luego intentó tocar el piano; no funcionó tampoco, lo único que logró fue poner de los nervios al profesor de música hasta el punto de que la terminó expulsando de la clase. En otra ocasión, decidió ser escritora de cuentos infantiles; no le resultó porque todos sus cuentos tenían sangre, violencia y personas que decían más insultos que palabras, además de que sus referencias no eran aptas para niños. También se decidió por la pintura, pero sus cuadros no eran más que manchas horribles o personas deformes, eran tan horribles que ni quisiera podían pasar por cuadros abstractos.

Y así podría seguir hasta cansarme, pero el final siempre seria el mismo: todo lo que intentó resultó siendo un fracaso. Y es que Kalisa era más de lógica, era una genio en las matemáticas pero las odiaba y prefería el arte o las letras, algo que se le dificultaba.

Lo bueno de todo eso: Había aprendido a no rendirse y a luchar por lo que quería aunque fracasara.

Lo malo: Yo siempre me veía arrastrada.

Estuve ahí para escuchar cantar, como consecuencia casi me quedé sorda y gané muchas migrañas. Estuve ahí en la clase de música, donde también acabé tan estresada como aquel profesor. Estuve ahí cuando leyó esos inapropiados libros en la biblioteca y también me lleve el regaño de la bibliotecaria porque fue yo quien le pidió que le dieran una oportunidad. También estuve ahí cuando intentó con la pintura y soporté cada uno de sus berrinches cuando algo le salía mal. Y así con todo lo demás.

Pero no creía estar preparada para esto.

Ahora Kalisa quería ser estilista.

—¿Por qué luces como si estuvieras yendo hacía tu muerte? —Kalisa preguntó, confundida.

No me había dado cuenta de la mueca que había puesto en mi rostro.

DEATH ━ Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora