ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏꜱ: ᴇɴɪɢᴍᴀ

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Pasos pesados se escuchaban por los pasillos del asentamiento de la NCA, de tacones. Un hombre de cabello castaño oscuro de unos treinta años de edad parecía locomotora. Ya habían unas quince colillas de cigarrillo en el cenicero, quizás llevaban ahí días atrás o todas eran de esa mañana. El sonido de antes sonaba cada vez más fuerte pero entonces, detrás de la puerta del caballero, se detuvo. Entonces llamaron pero él no respondió, esperando a que hablaran primero. Estaba pegado a la ventana viendo la gente ir y venir, inhalando y exhalando. Parecía totalmente ensimismado, probablemente pensaba en lo que iba a comer ese día o tal vez en lo que había visto en las fotografías de la escena del crimen, en la que estuvo presente la noche anterior a sólo unas cuantas horas de lo que había ocurrido. El tal Alí Bathich destrozado sobre el suelo y los otros dos a los que les pudo ver la horrorosa expresión que había perdurado en sus caras después de morir. La voz angelical de su adorable secretaria le interrumpió por completo y le hizo desprenderse de la oscura escena.

--- Agente Jones, tenemos nueva información.
--- Pasa Elizabeth. --- Dijo mientras se alejaba finalmente del cristal que separaba el horrendo clima londinense de su oficina. En el escritorio había una placa con su nombre, se leía "Derek Jones".
--- Buenas tardes, señor. La policía ha dado con un hombre que podría ser de utilidad.
--- ¿Ah sí?, ¿Y dónde lo tienen ahora?
--- En una de las oficinas de la comisaría esperando.
--- ¿A qué?, ¿a que baile para la policía?, no me diga.
--- A un interrogatorio pero será conveniente que usted sea quien lo lleve a cabo.
La joven sólo desvió la vista al suelo, no sabía si debía haberse reído por el horrendo chiste que el Agente Jones había hecho. Derek dejó lo que quedaba de su cigarro en el recipiente de metal, apagándolo y luego se levantó. Sus ojos se posaron en los de su secretaria, una joven de veintiseis años de aspecto robusto y con cara inocentona. Era tan sólo su mandadera, no creía que aspirara a más.
--- Bien, iré a conversar un rato con el monigote ese, que haya café caliente para cuando vuelva.

Tras salir, Elizabeth sólo le vio irse en silencio. Su oficina estaba hecha un desastre así que cerró la puerta detrás suyo y se acercó primeramente al escritorio para recoger todo el papeleo encima y vaciar el cenicero en la basura. Cuando echó un vistazo pudo ver un documento con la foto de una chica que la marcaba como desaparecida. Ely suspiró tristemente y se quedó mirando el rostro de la pobre.

--- Diecinueve años, sí que es joven. --- Dijo consternada mientras sostenía la hoja cerca de su rostro. --- Es una niña nada más, que mal debe sentirse por haber perdido a su padre y ahora estár bajo custodia de un desconocido, ojalá le encuentren viva...
Dejó la hoja en su lugar y luego acomodó las otras que habían debajo para cerrar la carpeta y guardarla en el primer cajón del escritorio. Siguió ordenando otros papeles y limpió un poco el lugar.

Dylan estaba sentado en su pupitre esperando a que la clase comenzara. Era poco habitual en él, una persona desentendida con la escuela y siempre pasando un buen rato con sus inseparables amigas Lara y Samantha. Estas dos últimas por su puesto se percataron de su repentino cambio de humor y fueron a buscarle al salón en el que se encontraba, era muy probable que se supieran el horario de Dylan, eran algo obsesivas e intentaban saberlo todo sobre él. El rubio estaba ahí recostado con el rostro escondido y parecía que estaba dormido de lo quieto que se encontraba.
Las dos se acercaron casi de puntillas y Samantha le tocó suavemente el hombro. El joven ni se inmutó, parecía que en verdad estaba perdido en el mundo onírico. Intercambiaron miradas confundidas y ésta vez fue Lara quien lo sacudió con un poco más de intensidad.

--- Hola, ¿qué pasa?--- Dijo finalmente dejándose ver y reicorporándose en el asiento. Parecía que no había dormido en toda la noche, sus ojos hinchados y enrojecidos lo delataban aunque tal vez se la había pasado llorando.
--- ¿Qué te pasa?, te ves enfermo.
--- No me pasa nada.
--- Ay no, no me digas que es por eso.--- Dijo Lara torciendo los ojos mientras se cruzaba de brazos. Dylan sabía de qué estaba hablando pero no le respondió y sólo le dedicó una mirada llena de desprecio.
--- Lara, no seas así, debe ser terrible ser secuestrada.
--- Sí pero no por ello se va a derrumbar, la vida sigue.
El muchacho suspiró hondo y simplemente se levantó del asiento dándoles la espalda a Lara y a Samantha. Ambas se volvieron sorprendidas mientras veían a su querido amigo irse dejándolas atrás, sin decir nada, perdiéndose en los pasillos entre la gente que iba y venía. Nunca antes lo habían visto así y de verdad no podían creer que fuera por la desaparición de una chica que ni si quiera era amiga suya.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2020 ⏰

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