Prólogo

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Jisoo

Odio esa falda.

He odiado esa falda desde el primer día que nos conocimos. Ella la lleva puesta y juro que ahí es donde estaba mirando y no a su rostro. Pero me atrapo mirando y en vez de decirle lo fea que era, terminé invitándole una copa y luego parcialmente llevándola a mi habitación en la residencia donde ella procedió a desmayarse. Yo, haciendo uso de mi buena educación, le quite la horrible cosa a cuadros y la metí en la cama, Le deje una nota, asegurándole que no la había tocado y que era más que bienvenida a tomar el Gatorade que mi compañera de cuarto y yo teníamos en la nevera.

Luego me quedé dormida en mi desgastada silla de escritorio, y supongo, tal vez, pensé que me despertaría con ella gritando por estar en la cama de una desconocida solo medio vestida. Pero en su lugar, me desperté con un sobresalto porque ella me estaba tocando la frente. Me había quitado unos pantalones y estaba sosteniendo la atrocidad a cuadros en su mano mientras me entregaba su número y me pedía que la llamase alguna vez.

Y ahora ha roto conmigo.

Está bailando en el medio de un círculo de chicos de dudosa reputación. Con esa feísima falda.

Es una afrenta al año que estuvimos juntas.

Es el dedo medio final; el último que te den a nuestra relación muerta.

Me gustaría haberla quemado.

—Perdona.

Estoy tan atrapada en mi odio de cuadros naranjas y rojos que no oigo la voz a tiempo para hacerme a un lado de quien quiera que está intentando pasar entre el bar pegajoso contra el que estoy reclinada y yo. Cuando me doy vuelta demasiado rápido, todo lo que veo es un destello de cabello rojo y dos brazos volando hacia mi rostro. Soy rápida, sin embargo, y antes de que esta persona agresiva pueda caer al suelo, la tomo de la cintura y la pongo derecha, aplastada contra mí, cara a cara con su rostro repleto de cabello.

Los mechones empiezan a caer y emergen unos ojos oscuros, entrecerrados y lascivos mientras un apenas audible "gracias".

—No pasa nada—. Empiezo a dejar ir a la desconocida, pero ella se presiona más cerca, su boca inclinada hacia mi oreja izquierda que empieza a arder.

—No puedo sentir mis labios. ¿Tú puedes?

Me echó un poco para atrás, con mi atención en su boca mientras junta los labios y los separa un par de veces, como si estuviera probando su teoría.

—No estoy ebria, así que puedo sentir mis labios perfectamente.

Ella sonríe, y de repente sus manos están a cada lado de mi rostro, y sus ojos están alineados perfectamente con los míos.

—No he preguntado eso. He preguntado si puedes sentir mis labios—. Antes de que siquiera pueda pensar una respuesta, me está besando tan fuerte como puede, con sus brazos alrededor de mi cuello. Su lengua tiene sabor a fruta y roza mi labio inferior con sus dientes cuando me deja ir. Se inclina más hacia mí, me habla al oído otra vez—. Vamos a huir.

Me atrapó con la guardia tan baja que las palabras están atoradas en mi garganta y suavemente la empujo hacia atrás para evaluar lo ebria que está esta extraña chica. Pero por la forma que su ceja esta levantada y sus labios fruncidos me lleva a creer que no está ni la mitad de mal de lo que estaba pretendiendo estar. Su nariz se arruga un poco mientras inclina su cabeza y suspira.

—Me acabas de costar 700 wons.

—¿Qué?

—700 wons si me besas. Mil, si dices que te iras conmigo. ¿Ahora cómo voy a pagar la próxima ronda? —Se encoge de hombros y me palmea la mejilla antes de darse la media vuelta y desaparecer entre la multitud.

Me quedo mirando demasiado tiempo, intentado calcular dónde va a emerger en el mar de cuerpos. Pero nunca lo hace. Y por un breve momento, olvido que acaban de dejarme.

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<<Debido a lo delicado del tema, lenguaje y situaciones, esta historia es recomendada para lectores mayores de 18 años, quedan advertidos>>.

¡Holaa! ¡Traje una nueva adaptación! Esta historia fue escrita por la autora Amber L. Jonhson, todos los créditos a ella.

¡Disfruten!

She Dims the Stars || CHAESOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora