arrepentimiento - willgan

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Había pasado un tiempo de la pérdida de Willy, todos habían notado que Fargan había dejado de llorar.

Aparentemente eso era "mejor".

Pero lo malo, esque nadie veía que tras las cuatro paredes de la casa de Fargan, este se derrumbaba, quitando la sonrisa que siempre ponía y sus ojos se llenaban de lágrimas.

Este no era un día distinto, se le había formado una rutina, cuando empezaba a oscurecer extrañaba más la presencia del albino.

La casa se sentía vacía, y miraba al sofá imaginándose que el albino estaría allí hablándole de lo que fuera.

Que lástima que eso no volvería a pasar.

Con el tiempo, olvidaría la voz de su amado, y poco a poco su aspecto.

Ya que era el "ciclo de la vida", un ciclo que el castaño odiaba.

¿Por qué le ha pasado a Willy? — Se preguntaba siempre cuando estaba solo, puso un poco de música para alegrarse pero hizo todo lo contrario.

¿Por qué no me despedí bien? — Se lamentó el castaño con sus ojos llorosos, ya que tendría el resto de su vida el arrepentimiento de nunca haberle dicho cuánto lo amaba.

Si tan solo lo hubiera sabido...

Sabía que Willy iba a morir, pero no se esperaba que fuera tan pronto.

El aún veía a los dos como si fueran viejitos y algún que otro hijo adoptado.

Fargan algo penoso se dirigió hacia aquel jarrón, el jarrón que conservaba las cenizas de Willy, aquél jarrón amarillo que tanto odiaba.

Abrazó levemente aquel jarrón, era lo único que le quedaba de él.

— Te hecho de menos Willy, te hecho mucho de menos. — Empezó a lamentarse en voz alta, imaginándose que aquel albino estaría con él.

— Perdóname, fue culpa mía no haberme despedido bien de tí. — A Fargan se le empezó a quebrar la voz levemente, con sus lágrimas cayendo lentamente.

— Te amo pero ya es demasiado tarde para decírtelo. — Y tras esas palabras y muchas más lagrimas, abrazó más fuerte aquel jarrón.

Lo abrazaba desconsoladamente, imaginando que tal vez ese viejo jarrón fuera Willy.

Aquel chico que amó con todo su corazón.

Se le fue arrebatado como si no sirviera para nada.

— Perdóname, perdoname, perdoname. — Pidió el emplumado rogando, aunque nadie le escucharía.

O bueno, eso creía él.

El espíritu de Willy todavía seguía allí, viendo aquella escena, que prácticamente le rompía el corazón.

— Por favor, deja de llorar. — Pidió el albino, pero sus palabras nunca serían escuchadas.

Willy conmovido por la escena, intento tocar a su amado pero traspaso su cuerpo.

Nunca podría hacer nada para librarle de ese dolor.

El ya no estaba vivo.

— Te extraño, me haces falta Willy... ¿Por qué te tuviste que ir? — Se preguntó a sí mismo el castaño hipando por el llanto, desearía tanto verlo por última vez.

Pero no servía para nada desear algo.

— Fargan, yo nunca me he ido. —  Dijo Willy, pero nuevamente nunca fue escuchado, él no podía hacer prácticamente nada para aliviar el dolor del otro.