Capitulo III

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Guerra

Había secuestrado a la hija del líder del clan Hyūga. Hinata era la sucesora del clan y otra aldea quería saber los secretos escondidos del byakugan. Por aquella época habían empezado guerras civiles en los demás países y sus pequeñas aldeas; todos querían poder para ganar. El país del fuego era el único que vivía en armonía, pero después de aquel secuestró y que el hermano gemelo del líder se tuviera que sacrificar, los altos mando de Konoha sabían que era cuestión de tiempo para que los volvieran a atacar.

La Niña Hyūga se había salvado, pero, aquello solo fue un indicio para estar en guerra.

Konoha tenía de sobra clanes que iban a ser blanco de muchos para robar sus secretos. El Yondaime lo sabía, habían estado en paz, pero antes de eso, habían sido demasiados los sacrificios: la muerte Óbito años atrás y la reciente de Rin, eran la clara muestra de lo que una guerra ocasionaba.

Minato Namikaze tenía que proteger a Naruto y, a todos los demás niños que eran descendientes de clanes poderosos, así como a la gente que hacía crecer Konoha como nación, todos eran importantes; cada Niño, cada vida. Hinata estaba a salvo por ahora, pero, no sabía que pasaría con todos los demás.

Naruto no solo era uno de los últimos Uzumaki, si no que era el portador del nueve colas y, su condición de "doncel" lo hacía aún más atractivo para todos sus enemigos. Los Uzumaki habían sido destruidos por sus secretos y sangre, habían sido la nación más fuerte, todos les tenían miedo, por eso los Senju les tenían respeto y los hicieron aliados; ellos eran expertos en sellos, y su sangre era fuerte, tenían una resistencia única, (él lo sabía de sobra porque lo había visto en Kushina) pero, cada uno era especial, cada Uzumaki era una caja de sorpresas por el talento con el que podía nacer.

— Minato —Kushina tenía entre sus brazos a su hijo de cuatro años—, ¿qué haremos? —pregunto después de enterarse que habían matado a un grupo de ANBU cerca de las fronteras del sur.

— Lo he pensado —tarareó—, será mejor que ataquemos directamente en las fronteras, así ellos no lograrán llegar a Konoha.

— Debemos ir —ella estaba dispuesta a volver a luchar como Jounin—, dejaremos a Naruto a cargo con los demás niños. Voy a ir...

— No —la interrumpió—, no es necesario que vayas —aseguró—, vamos a atacar con los grupos ya formados —se puso de pie mirando hacia la aldea, ambos estaban en la oficina del Hokage después de finalizar aquella reunión con el consejo, el señor feudal y los líderes de clanes.

— Pero Minato —ella se quejó, tenía mucho miedo—, no quiero estar sin ti ¡dattebane! —se quejó otra vez.

— Escúchame Kushina —se acercó a esta y tomó su mejilla con ternura, después acarició los cabellos de Naruto—, estuve a punto de perderte y no pienso correr el mismo riesgo. No podré tener cabeza si te veo expuesta otra vez, no soy nada sin si.

Recordó lo suscitado aquella noche cuando Naruto nació. Alguien sabía donde estaban, ese enmascarado que estaba seguro era un Uchiha y que aún rondaba por algún lugar. Ellos estuvieron a punto de morir, de no ser que Jiraya y Tsunade estaban en la aldea, ni siquiera estuviesen teniendo ese momento tan intimo. Habían tenido que sellar al Kyubi por dos partes, Kushina seguía guardando una y había tendido que sacrificar a su preciado tesoro para la otra parte.

— No quiero esto para Naruto —confesó—, Naruto debe ser feliz, no quiero que sea shinobi, me gustaría que se quedara así de pequeño —lo tomo entre sus brazos quitándolo del calor de su madre—, quiero tenerlo así eternamente, solo para mi.

— Minato... —la pelirroja miro con tristeza y entendía lo que su esposo decía, porque ella pensaba de esa forma.

— Por eso debes protegerlo y mantenerlo siempre contigo —la miro—, eres la mujer más fuerte que conozco...

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2020 ⏰

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