Me siento mareada. Lágrimas calientes recorren mi rostro dejando un sabor salado en mis labios. El corazón retumba en mi cabeza recordándome que esto es real y debo hacer algo. Mis temblorosas manos arrancan mi cuerpo desnudo de la pared fuera de la mirada lasciva de hombres y algunas mujeres.
–¡¿Puta, cuanto por una mamada?!– todos ríen, nadie me ayuda, estoy sola.
Aún con la vista borrosa lo veo. Mi novio, ex novio, se besuquea con la que consideré mi amiga por más de ocho años. Un grito desgarrador deja mi garganta desplomándome de rodillas en el frío piso del comedor.
Abel levanta la mirada y sonríe, toca el hombro de Lili señalándome. La veo caminar hacia mi y rezo porque me diga que todo esto es un sueño e iremos en unas horas a la cita doble con el chico del que habíamos hablado hace menos de treinta minutos.
–Lassy querida, Abel es el chico del que te hablé, ¿lindo no?
Sigo sin poder pronunciar una palabra.
–Resulta que una amiga nos ayudó a exponer a una perra que revoloteaba cerca de mi novio. Que vergüenza debe estar sintiendo, no es cierto mejor amiga.
–Y..yo no
–¡Sht!– interrumpió mi ronca y rasposa voz –No hables querida, pareces un hombre –se burló –. Con esto demuestro que soy mejor que tú, tu novio me escogió, tus amigos, tengo más dinero porque, ¡ups!, tu familia y tú están en bancarrota.
Su sonrisa se ensancha más aún dejando sus encías al descubierto de una forma poco atractiva.
–¡Saben chicos, además de putita, pobretona!, ¿A qué es una cajita de sorpresas nuestra compañera?
No pude más, vomité lo inexistente en mi estómago.
–¡Uy, que asco puta! Vamos, lávame los zapatos y te pago para que no mueras de hambre.
Seguían burlándose haciendo mi cabeza martillar, tambalee un poco hasta el baño alejándome de las risas. Como pude, mis manos tocaron el frío lavamanos importándome muy poco el estado de limpieza de este.
Me enjuague la boca y la cara dejando rastros de humedad en mi blusa blanca. Mi cabello corto está totalmente pegado a mi nuca y veo mis ojos azules por el reflejo del espejo.
La puerta se abrió de un tirón.–Thalassa, ¿cuánto por tus servicios?, pagamos bien.
–Déjenme yo...–Mi voz quedó atascada cuando James me arrastró jalándome por el pelo hacia su miembro erecto.
–¡Abre la boca! –Me abofeteó.
Su asqueroso líquido pre seminal chocaba contra mi boca cerrada.
–¡Vamos! –esta vez me abofeteó tan fuerte que un líquido espeso rojo bajó hasta la barbilla.
Abrí mi boca por el dolor. James aprovechó mi acción metiéndola de un solo golpe. Mis arqueadas volvieron vomitandolo por completo.
–¡Que asco joder! –me lanzó a la esquina golpeándome las costillas –¡Puerca, ojalá te pudras en el baño!
Pisó mi mano y sentí quebrarse los huesos. Ya mis gritos de dolor no se escuchan, mi voz no me obedece.
Me arrastré hacia la salida sujetándome las costillas. Apoyada de la puerta pude levantarme. Caminé sin rumbo, todos me miran, unos con diversión, otros con pena, pero nadie se acerca a mi. Mis piernas me llevaron al salón de música. Cerraron este año y no había un alma cerca.
Me dejé caer al suelo. Lloré, lloré tanto que mis lágrimas ya no salían. Quedé sollozando por tanto tiempo que el sol no se encontraba en el cielo. Me dormí, dormí tan profundamente que no sentí pasos alejarse.
–Thalassa Zéphyros, acompáñenos por favor.
Tener delante al rector significa sólo una cosa, problemas. Todo parece indicar que sabe de las fotos. El profesor de leyes me ayudó a levantarme dirigiéndonos a la enfermería. Durante el recorrido cerca del patio pude percatarme que amanecía, estuve casi diecisiete horas encerrada. Aún no se como me encontraron.
Por fin dentro la enfermera se aseguró de vendarme la mano y revisar mis costillas.
–Señorita Zéphyros, un alumno de mi departamento me advirtió de su situación.
Fruncí el ceño ¿Quién sabía dónde estaba? Asentí y me encontré con la mirada del rector, este suspiró y se dejó caer en una silla cerca de mí.
–Voy a ser claro contigo, el estudiante que nos dio su paradero y avisó de su estado es muy importante no sólo para mí, sino también para la escuela –sus ojos verdes viajaron hacia el morado que cubría mi pómulo –. Necesito que nos cuente con todo detalle lo ocurrido y la podremos ayudar.
Temblé ante la posibilidad de hacerme más daño si hablo, cuando se enteren que los expuse no se lo que pueda sucederme.
–No tema, son adultos, presentaremos cargos en su contra y no podrán volver a la universidad –el profesor pasa una mano por su rostro –. Además
alguien nos exigió llegar al fondo de esto.¿Quién podría tener tanto poder contra el docente y los directivos le la universidad?
–Y...yo –carraspeo, mi garganta aún duele –Yo n..no sabía d..de las fotos. C.. cuando llegué al comed..dor todas esas f...fotos.
Un sollozo y ya la enfermera corrió hacia mi con un poco de agua. Sonrió amable y siguió con su tarea.
–No entendía por qué tanta gente abarrotada –proseguí más calmada –aún no se con exactitud quién las puso.
–¿Tiene a alguien en mente, alguien que quiera hacerte daño? –hablo el director.
–Mi novio, ex novio, es con el único que he mantenido relaciones. Cuando vi las fotos, él con mi mejor amiga, ex mejor amiga, se estaban besando. Ella me dijo que quería ser superior a mi en todo, que debería sentir vergüenza. Es sólo una suposición, aún así, creo que tienen algo que ver en esto.
–Puede decirnos el nombre de su novio y amiga –los ojos color miel del profesor se fijaron en los míos.
Agarré con fuerza la sábana de la camilla. No entiendo como aún puedo seguir tener lágrimas en los ojos. Tengo miedo.
–Liliana West y Abel Brown.
El rector asintió en reconocimiento.
–¿Algo más?
Si creo que algo más.
–Emm, Liliana me habló de sacar del medio a una chica que revoloteaba cerca de su novio con la ayuda de alguien.
De un momento a otro mi vista se nubló y la habitación daba vueltas sobre mi.
–¡Está sangrando! –una voz a lo lejos no dejaba que perdiera la conciencia.
–¡Señorita abra los ojos, no se duerma!
Por más que intento seguir sus órdenes mi cuerpo no responde.
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Cicatriz
Teen FictionTú eras esa oscura alma necesitada del aquello que sienten los humanos. Yo era esa alma clara necesitada de tu falta. Andamos buscando, buscándonos de una manera desesperada e insatisfecha, latiendo disparejo pero con la misma intensidad. En...