El Dolor Dentro de Mí

Capítulo 8: "Una Dura Competencia"

Aya se encontraba en medio de la gran cancha de fútbol. El señor Hudson —el profesor de educación física—, apenas terminaba de explicar las instrucciones del juego. A la izquierda se encontraba el equipo rojo, con Pamela en medio de sus otros compañeros de equipo. Del lado derecho estaba el equipo azul, posicionado como acordaron hacía unos momentos.

Una cuerda que se hallaba en el suelo separaba la cancha en dos. En medio de la cuerda, había un balón. El señor Hudson supervisaría el juego, y vigilaría que nadie se matara en medio del juego. Se posicionó en un lugar de la cancha donde pudiera verlos bien a todos. Para ganar el juego, cada jugador debía recibir y pasar el balón, y después, intentar llevarlo al final de la cancha del equipo rival. No sonaba como el juego más complicado, pero los pases que debían realizar entre ellos era la parte más difícil, ya que todo el equipo debía tocar el balón, pero si el otro equipo lo robaba, debían empezar de nuevo con los pases o si no no podrían intentar llevarlo a la cancha del equipo rival.

Hudson hizo sonar el silbato y Vincent se adelantó y corrió en dirección al balón. Lo tomó rápidamente antes de que un chico pelirrojo del otro equipo lo lograra. Todos los integrantes del equipo rojo corrieron tras Vincent. Justo antes de que pudieran quitarle el balón, logró pasárselo a Sun—hee —la chica coreana—. Asustada, le lanzó el balón a Alexis. Poco a poco todos pudieron tocar el balón, el cual el equipo rojo logró robar más de una vez, pero no les importó. Se divertían y lo intentaron las veces que fuera necesario, pero ganarían. Esta vez, habían logrado pasarlo entre todos, y la última en tocarlo fue Alice, lo que significaba que ya podían llevarlo a la cancha enemiga. Alice, completamente atareada, le lanzó el balón a uno de los chicos de su equipo. Pasó sobre ellos, y fue allí cuando Aya logró verlo como en cámara lenta. Corrió lo más rápido que pudo. Ya estaba a centímetros de tocar el suelo, parecía ser el fin de nuevo, pero se lanzó para agarrarlo y logró tomarlo antes de cayera.

Sorprendida de su gran suerte, se quedó inmóvil por un segundo, y solo pudo ver a sus compañeros gritándole para que corriera hasta el final de la cancha. Volteó en dirección a la cancha roja y pudo ver a todos los jugadores corriendo hacia ella. De inmediato se echó a correr. Deslizándose, dando vueltas torpes, e incluso saltando entre los jugadores enemigos, fue así como logró llevar el balón y ganar el juego.

Su pecho descendía y ascendía rápidamente. Intentaba recuperar el aire que había perdido al correr como lo hizo. No lograba entender cómo había hecho todo eso sola, pero gritó de alegría cuando ella y su equipo habían conseguido la victoria. Caminó hacia donde se encontraba su equipo. Pamela la miraba con enojo, tenía los brazos en jarras, pero también intentaba recuperar el aliento. Llegó hasta el círculo que formaban sus compañeros de equipo. Todos sonreían, alegres de ganar el primer juego del campamento. Esta sería sólo una entre todas sus victorias.

Así siguieron todo el día. Con juegos de trabajo en equipo, equilibrio, puntería —en los cuales lograron ganar gracias a Keith, Alexis y Aya—, y otros juegos que comenzaban a ser más complicados. El equipo rojo llevaba la delantera por tan sólo un punto. Los juegos habían terminado por el día, pero todos estaban dispuestos a ganarles mañana. Aya y su equipo estaban exhaustos. Tras terminar, decidieron ir juntos a almorzar.

—Este año nos están matando —dijo Frank—. El año pasado eran más juegos para niños, pero este año han cambiado mucho.

—Tienes razón —dijo Alice, limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta—. No sé si fui la única que lo notó, pero Pamela estaba muy molesta. Hasta me dio algo de miedo. Mi hermana es competitiva, pero jamás la había visto como hoy. Estaba más enojada cada vez que ganábamos.

Alice se estremeció levemente y los demás en la mesa empezaron a reírse. Para Aya era extraño verla hablar tanto, pero era algo que le agradaba. Se alegró al ver que Alice actuaba con un poco más de confianza frente a ella.