Capítulo 7: "Azul y Rojo"

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Las clases se suspendieron después del asesinato que ocurrió en la madrugada, al menos hasta que "se calmaran un poco las cosas", pero todos sabían que no sería así. Aya se encontraba en su habitación junto con Sabrina. Comenzaba a anochecer, y ninguna de las dos salió de su habitación. Pasaron el día charlando, aunque salieron una que otra vez para comprar algo de la cafetería. Alice había desaparecido para ambas, no la habían visto ni en la mañana, pero las dos supusieron que estaba con alguno de sus amigos o con su hermana, Pamela.

A su lado, estaba Sabrina, sentada cómodamente en su cama. Ella había usado sus pantalones de yoga y su jersey verde todo el día, en cambio, Aya tomó una ducha después del interrogatorio, y se vistió con su par de jeans que usaba casi siempre y con una blusa suelta de flores. Aya veía publicaciones en su Instagram. Notó que Sabrina estaba algo inquieta, se movía levemente a cada lado. La miró por un momento en silencio, mientras Sabrina se mordía el labio inferior y jugaba con los hilos deshilachados de su jersey.

—No puedo aguantarlo más —dijo Sabrina, soltando un gran soplido—. Tal vez no debería contártelo, pero ¿qué hay de malo con que lo sepas?

—Muy bien. Dime de qué es todo esto que no debería saber.

Sabrina se acomodó en la cama y tomó la almohada de Aya para después abrazarla. Aya dejó su celular a un lado y se volteó un poco para quedar frente a Sabrina.

—Hace más de 30 años, en este internado asistió una chica llamada Danielle Collingwood. Me gustaría decirlo de una forma más sutil, pero creo que es imposible: estaba loca. Bueno, sufría de una enfermedad mental, pero era muy grave. Danielle se enamoró perdidamente, desde el primer día de clase, de uno de sus compañeros. Mathew, el chico más popular, guapo y simpático de todo Fountaine. Ya sabes, el chico que todas en la escuela adoran. Danielle era una chica linda, pero la molestaban todo el tiempo cuando alguien comenzó a hablar sobre su trastorno mental. Un día, el chico popular que ella adoraba, la defendió cuando la insultaban. Dicen que ese chico Mathew era bastante agradable, así que de vez en cuando le hablaba por amabilidad. Por supuesto, ella se ilusionó, y comenzó a creer que tendría una oportunidad con Mathew, lo cual no sucedió porque él salía con otra chica. Cuando Danielle se enteró que Mathew salía con alguien, fue cuando todo se fue al carajo. Los asesinatos comenzaron, claramente por Danielle, pero nadie sospechaba de ella, no había ninguna razón para hacerlo. Pasó el tiempo, hasta que se graduaron. Nunca se enteraron que fue ella, y por supuesto pararon los asesinatos ese año.

—¿Así que nunca atraparon? —preguntó Aya.

—Oh, claro que sí —respondió Sabrina—. Pero ocurrió muchos años después, cuando entró a casa de Mathew y mató a su esposa. Después de eso fue cuando confesó todo lo que había hecho.

Aya había quedado estupefacta. Era una historia horrible, y lo que no lograba comprender era por qué no debía saber sobre esa historia.

–Okay, déjame ver si he entendido. Me acabas de contar una historia sobre el asesino del internado de hace unos años, y se suponía que no tenías que contármelo... Exactamente, ¿por qué no debía saberlo?

—Fue hace tanto, que el director, los profesores y todos en Fountaine lo quieren dejar atrás, pero está sucediendo de nuevo e ignorarlo no lo solucionará. Hace dos años ocurrió, todo el año anterior estuvo calmado, pero muchos sabíamos que pasaría otra vez, y aquí estamos de nuevo, sufriéndolo con más frecuencia que antes. —Sabrina se reacomodó en la cama y recogió su cabello con una liga—. Quizás lo de Danielle no sea tan importante ahora, pero me parece justo que lo sepas. Me parece tonto ocultarlo de los nuevos. Simplemente espero que no dejes el internado, como muchos ya lo han hecho, aunque no te culparía por hacerlo.

El Dolor Dentro de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora