Único

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Park Jimin amaba el muñeco de trapo que le habían regalado para su cumpleaños número nueve.

Si bien el pequeño nunca había sido un verdadero aficionado por muñecos, peluches, juguetes o lo que fuera, apenas abrió el regalo más grande y sacó a un muñeco de ahí, una sonrisa hermosa iluminó su rostro.

—¡Me encanta! —Exclamó el menor viendo de cerca aquel muñeco de trapo que debía medir unos cuarenta centímetros, tenía el cabello rubio, la tez muy blanca, una mirada seria... pero era achucable, suave y estaba calentito.

El padre observó a su esposa que veía con ternura a su hijo quien empezó a hablar con el muñeco, riendo y abrazándolo por toda la casa.

—¿Dónde lo encontraste? —Preguntó el hombre en voz baja. —No parece de una juguetería.

—En una venta de garaje. —Respondió la madre suavemente. —Pensé que a Jimin le gustaría, la mujer de ahí me dijo que durante la infancia de sus hijos, ese muñeco había sido muy especial.

El hombre vio aún con confusión a su mujer, pero al ver a su pequeño Jimin tan feliz con el muñeco, decidió callar.

—Te llamaré Yoongi... y serás mi mejor amigo. —El pequeño sonriente de mejillas esponjosas acarició el cabello del muñeco, viendo aún la mirada seria. —Y vas a sonreír mucho.


...


—Mami, Yoongi me está molestando y dice que comerse las verduras está mal. —Jimin se cruzó de brazos frente a la mesa. Su madre lo observó extrañada, a su pequeño sol siempre le habían gustado las verduras. —Así que no comeré verduras.

—Bueno, dile a Yoongi que está equivocado y que a ti te encanta comer verduras. —La señora Park vio al muñeco sentado en la silla junto a Jimin, su cabeza ladeándose debido al peso en la cabeza.

El pequeño niño observó a su muñeco y lo acomodó viéndolo atento, subiendo un poco la vista para ver hacia la pared y suspiró, cruzándose de brazos.

—No quiero comer verduras. —Jimin se resignó.

—Vas a comerlas, jovencito. Y no es pregunta. —Su padre lo vio severo y le acercó el plato, Jimin bufando antes de empezar a comérselas a regañadientes.

Aquella había sido uno de los tantos episodios extraños que había tenido Jimin desde sus nueve. Los psicólogos decían que era por el crecimiento, pero los padres Park empezaban a inquietarse de que escucharan a Jimin hablar solo en la sala, discutiendo con el muñeco acostado y después enojándose. Había veces que lo veían muy abrazado a su juguete, otras se cruzaba de brazos y no lo bajaba a cenar con ellos porque "se había portado mal y decía cosas feas".

Diez, once, doce años...el pequeño empezó a crecer y no se zafaba de su muñeco de trapo más que para meterlo a lavar. Los padres ya se habían acostumbrado a ello y ya no les extrañaba escuchar hablar a Jimin solo, de cuando en cuando les causaba curiosidad verlo dialogar y debatir con el muñeco como si de una persona real se tratase... pero no preguntaban. Jimin siempre daba la misma respuesta.

—Yoongi dice que es un secreto y no puedo decir nada. —Y se cruzaba de brazos.

Lo llevaba cargando a todas partes, se despedía de él, le daba besos en el cachete, lo apretaba, otras lo golpeaba en la cabeza y bufaba... pero luego soltaba chillidos y se quejaba que Yoongi también lo golpeaba.

—No, Yoongi. Ya te he dicho que no puedes entrar a bañarte conmigo. Te quedas aquí. —Jimin señaló al peluche y la señora Park suspiró desde la sala, viendo al menor dejando a su muñeco fuera mientras se metía a bañar.

✩⋆MУ ÐØĿĿ⋆✩ | YOONMIN OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora