Solo podía ver la lluvia mojar, su cuerpo temblar y la sonrisa morir antes de empezar a nacer. Con la esperanza perdida, creyó tener las manos atadas mientras sólo buscaba un refugio, un poco de paz.
No fue más. que la decisión de volver a sentirse viva, lo que la hizo despertar de un largo sueño en el que no se encontraba; porque aunque su cuerpo estaba ahí, su alma se había perdido.
Paso a paso, tiempo al tiempo, siguiendo cada tic tac del reloj las heridas fueron sanando. La lluvia era descanso, su cuerpo estaba en calma y la sonrisa aprendió a renacer.
Entre tropiezos y caídas encontró una puerta, y con las manos heladas empujó las palabras que necesitaba para volver a abrir las alas y volar.
Cada tic era un mundo nuevo, cada tac volvía a sentir.
La esperanza se abrió camino, y solo escuchaba la lluvia reír, su cuerpo bailar y el estallido de su risa naciendo en cada nueva melodía.