Extra: La boda de James y Lily.

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Sirius llevaba una semana siendo ligeramente indiferente, una larga semana en la que esos insignificantes siete días se habían sentido demasiados largos para Remus.

Quizá era culpa de sus inseguridades. El habia sospechado que la decisión de vivir juntos nada más graduarse de Hogwarts era arriesgada. Ambos eran mayores de edad, si, y eran capaces de tomar sus decisiones, pero Sirius era demasiado impulsivo. Al igual que James.

Remus sonrió al recordar la ceremonia de graduación en Hogwarts. Nadie se habia sorprendido demasiado cuando James, con gran pompa, le habia pedido matrimonio a Lily delante del colegio entero más las familias de los que se graduaban.

Llevaban juntos más de un año y todos coincidían en que eran una de esas parejas que era imposible que se separaran.
Simplemente James habia sido hecho para Lily. Y viceversa.

Después del exagerado espectáculo, donde Peter habia colaborado creando unas horrendas letras color rosa en el aire, que rezaban «!Di que sí!» y lanzaban destellos, mientras James se arrodillaba frente a Lily, la pelirroja habia aceptado entre lágrimas, no solo de ella, también de las respectivas familias, que no parecían sorprendidas y el propio Sirius, que las disimulo escondiendo su rostro en el cuello de Remus, que sonreía divertido.

Más tarde, los graduados disfrutaban de una cerveza de manteca en Tres escobas, ya que al día siguiente abandonarían Hogwarts para siempre. Sin embargo, entre los Gryffindor no reinaba la nostalgia. James y Peter se ocuparon de ello, repartiendo bebidas generosamente entre los leones.

Unas horas después, la mitad de los Gryffindor estaban borrachos o casi, excepto algunos, como Lily y James, que deambulaban entre las mesas de la mano, como si no pudieran separarse más de unos centímetros. Un diamante brillaba en el anular de Lily, imposible de ignorar. Lo único que brillaba más era su sonrisa.

Sirius no estaba borracho. Al menos, no demasiado. Remus estaba seguro de que solo habia bebido unas cervezas de manteca. Aun así, eso no impidió que se le diera por charlar de temas que generalmente no tocaban cuando no habia alcohol en sus venas.

-Yo creo que tendrán cinco niños-Especulo Sirius con su sonrisa chispeante. Estaban sentados en un rincón de la taberna, uno frente a otro en una mesa ligeramente apartada de las demás. A nadie le sorprendía ya verlos así. Nunca habían hecho oficial su relación, pero era imposible pasar por alto la manera en la que se miraban el uno al otro.

- ¿No son demasiados?-Respondió Remus, contagiado por la sonrisa de Sirius e intentando imaginar a James cuidando de cinco niños pelirrojos con gafas. Quizá era el alcohol, pero esa imagen le dio gracia.

- ¡No, qué va! Serán terriblemente alborotadores, pero también dulces como Lily y nosotros nos encargaremos de enseñarles a hacer travesuras y luego... luego les regalaremos una motocicleta, cuando sean mayores, para que inviten a chicas a pasear... o chicos-Se apresuró a aclarar-. Nosotros seremos sus padrinos favoritos-Le susurro bajito, cuidando que Peter no lo oyera.

Remus negó con la cabeza, sonriendo divertido. Esos niños, si es que nacían, claramente adorarían a Sirius, pero no pensaba decírselo. Esas cosas se le subían a la cabeza rápidamente.

Mientras observaba a Snape, que estaba sentado en un rincón con un rictus de desprecio y una bebida en la mano, Remus se percató de que Sirius seguía hablando sin detenerse. La bebida solía tener ese efecto en él. Callarlo habría sido una misión imposible, aunque Remus no lo haría por nada del mundo. Le gustaba oír sus tonterías.

-... en nuestra casa, siempre habrá abundante chocolate-Estaba decidiendo Sirius. Se notaba que le costaba hilar las frases.

- ¿Nuestra casa?-Inquirió Remus, alzando una ceja divertido. Nunca habían hablado sobre vivir juntos en un futuro-, ¿viviremos juntos?

Las razones por las que eres perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora