La escena era asquerosa, las personas que estaba llevando a cabo el asesinato llevaban consigo túnicas color negro con guantes rojos, su cara estaba al descubierto pero aun así me parecían bestias de otro mundo, una de ella empuñaba una daga con la cual habían sacado el corazón del sujeto que no podía hacer más que resistirse; tapaban su boca con una mano mientras lagrimas escurrían de sus ojos y la sangre brotaba sin detenerse, aquel hombre que no le calculaba mas de 40 años comenzaba a debilitarse hasta que sus movimientos se detuvieron y el brillo de sus ojos se volvió opaco
—Lleva el corazón la santuario y déjalo en la urna con los demás, solo nos faltan 3 más y listo—. Dijo el que sostenía la daga con serenidad.
—Este fue sencillo, la chica de ayer a pesar de solo tener 16 años se resistió bastante, incluso con una pierna rota pudo darte una patada—. Comentó el segundo.
Me mantuve estático por unos minutos, tenía tantas ganas de vomitar que incluso al querer hacerlo me contuve y sentí como el esófago se me cocía con los jugos gástricos, me limite a solo colocarme la mano en la boca y a retroceder lentamente pero ya que el piso era de madera se podía escuchar el rechinar de los tablones.
—Alguien esta aquí—. Dijo uno de ellos, suponía que era el de la daga.
En cuanto escuche sus palabras salí corriendo sin mirar atrás, el espeso bosque me desorientaron pero aun así corría con demasiada velocidad hasta sentir que los muslos se iban a desgarrar en cualquier momento. Gran parte de mis pensamientos no dejaban de visualizar en el sujeto desangrándose; los gritos ahogados que emitía y las lagrimas que derramaba no eran más que leña para las pesadillas que me deparaban si salía con vida de ahí.
Corrí aproximadamente por 30 minutos hasta que vi la carretera en la que había cruzado, jadeaba con cada paso que daba pero prefería morir por cansancio que siendo asesinado por esos sujeto; comenzaba a anochecer y los autos que transitaban ya tenían sus luces encendidas para evitar accidentes, fue cuando crucé para llegar al pueblo. Quería ir a casa pero al mismo sentía que ir a la comisaría era lo mejor, la explicación que daría me iba a catalogar como un demente pero ya no estaba en mis manos si me creían o no así que me dirigí aun sintiendo que el pecho me bombeaba a un ritmo acelerado.
—¡Necesito ayuda!—. Grité al momento de entrar.
Un par de uniformados me miraron con aires de grandeza y confusión, el lugar estaba ya casi vacío por la hora.
—¿Qué sucede Arthur?—. Dijo uno de ellos , su nombre era Samuel y vivía a dos casas de la mía.
—H-Hubo un a..sesinato, yo lo vi todo—. Dije con esfuerzo.
Ambos se quedaron aun más confundidos, Samuel le pidió al otro oficial que trajera un vaso con agua, me senté en la banca de espera.
—Tranquilízate Arthur, intenta respirar y habla cuando estés mejor—. Me tomó del hombro.
—Es que no me puedo tranquilizar, acabo de ver como le sacaban a un chico el corazón—. Dije exaltado.
—¿Como? A ver Arthur necesito que te calmes para que me cuentes lo que viste ¿vale?—. Me pidió aun tocando mi hombro pero ahora lo presionaba.
Intenté aparentar que estaba tranquilo pero seguía pensando en aquel sujeto, le conté todo a Samuel y al otro oficial de nombre Walter quien ya me había entregado un vaso con agua, cada detalle que explicaba era tan enfermizo que incluso Walter había hecho una cara de asco cuando dije lo del corazón, al concluir ambos se miraron con complicidad.
—Okey Arthur, los testimonios que nos estas contando son muy graves ¿Estas seguro que eso fue lo que viste?—. Me preguntó Samuel.
—¡Si! Pueden ir a revisar si no me creen, fue en el bosque pero no sé la posición exacta, fue en una antigua iglesia, había velas encendidas—. Crucé mis brazos con indignación.
—Esta bien Arthur, iremos a revisar pero si es una broma será mejor que nos lo digas ya—. Comentó Samuel con algo de molestia.
—¡No maldita sea!—. Grité con enojo.
Walter tomó una postura de defensa pero solo se limitó a mirarme, después de unos segundos en los que Samuel se tocó la barbilla mientras meditaba tomó la decisión de ir, por mi parte me pidieron que regresara a casa y fuera al día siguiente para saber la respuesta.
—Menudos policías de mierda—. Musité con enojo azotando la puerta.
Esa noche dormí temprano, ni siquiera estando los cigarrillos a mi alcance me resistí y entré a la cama. No recuerdo haber soñado con algo en particular pero si recuerdo antes de despertar escuche una voz, era masculina pero no sabía a quien le pertenecía, las palabras me habían hecho pensar bastante cuando me estaba duchando pero no les encontraba significado alguno.
—¿"Aun no es hora"? ¿De quien era esa voz?—. Me dije al salir del baño.
El ruido del celular me hicieron volver a la realidad, era un numero que no estaba registrado pero que me había mandado un mensaje, al abrirlo una imagen se descargó automáticamente. Solté el celular y me lleve la mano a la boca. Era la foto del sujeto que había visto ayer con el texto "Los buenos tiempos aun no cambian". Sabían que era yo quien había estado espiándolos la tarde anterior, el corazón volvía a latir con potencia y sentía que en cualquier momento alguien entraría a la casa y me mataría en el momento pero solo se escuchaba el ruido del reloj que marcaba los segundos con normalidad, caí al suelo y miré el celular con horror, el sonido del reloj se hacía cada vez más intenso en mi cabeza, ti tac... tic tac...tic....
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Raven Hill
ParanormalArthur sigue pensando que el mundo se limita entre la vida y la muerte pero se dará cuenta que hay algo más que simples leyendas en su pueblo.