1. ¿Tienes Frío?

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·EPÍLOGO:

— Me entrego a ti, prometiéndote serte fiel en la prosperidad. Amarte y respetarte, y cuidarte y estar aquí para ti todos los días de mi vida, en la salud y en la enfermedad. Hasta que la muerte nos separe.

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Me desperté con una cálida mañana de pájaros piando y olor a café. Mi cuerpo estaba húmedo por haber pasado calor durante la noche veraniega de Seúl. Horrible. El verano aquí es espantoso.

Mis articulaciones estaban perezosas y no me dejaban levantarme de la cama; estiré mis brazos y mis piernas sin salirme del colchón, porque es enorme, al compás de quejidos y un bostezo, y relajé todo mi cuerpo de nuevo. Escuché varios ruidos que podrían venir desde la cocina, pero no me inmuté ante ellos. Después de varios segundos mirando al techo preguntándome porqué todos -o casi todos- se pintan de blanco, me giré hacia la derecha en busca de mi teléfono móvil.

Quité el modo avión y encendí el Wi-Fi. Las notificaciones comenzaron a dispararse con sarcasmo:  "0 Notificaciones". Suspiré entendida y volví a dejar la chatarra donde estaba, en la mesita de noche. Decidida al fin, me bajé de la cama dando un pequeño saltito, caminé hasta el armario para coger la primera camiseta que alcanzara y me la coloqué. También, me quedaba enorme.

— ¿Por qué se compra ropa tan grande? —dije en un tono bajo quejándome mientras mi ceño estaba fruncido.

La verdad es que, a medida que pasaban mis días con él, me parecía más a Yoongi.

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Caminé hasta donde el olor a café me llevaba, directamente hacia la cocina, mi lugar favorito de esta casa. No estaba muy lejos del dormitorio, pero tenía tantas habitaciones y era todo tan minimalista que después de un año viviendo aquí aún me confundía y acababa en el baño cuando quería comer chocolate. Irónico. Y asqueroso. No pensemos mal.

Una vez allí me encontré con un objeto viviente, alto, delgado, oscuro. Min Yoon Gi.

Estaba de espaldas con ropa deportiva. La cafetera dejó de funcionar y el café estaba listo. Yo le miraba desde la entrada a la cocina con mis brazos cruzados; cogió un vaso largo de cristal de la estantería, vi su brazo estirándose, no mucho, lo suficiente para que mi cuerpo sintiera un leve escalofrío y satisfacción, y echó el café en él. Después le añadió varios cubos de hielo y una caña de plástico para absorber. Así, sin azúcar ni nada. Amargo como mi antiguo corazón.
Ya iba siendo hora de que notará mi presencia y quejí mi garganta para hacerme escuchar. Todo con una media sonrisa.

— Hum. —se giró hacia mí bebiendo del vaso— Good morning... —dijo y volvió a tomar un sorbo para luego volverse de nuevo.

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AUTUMNAL  WINTER; MIN  YOON  GI   ❄️   | 3.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora