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un adorable pelirrojo se acurrucaba sobre la cama espaciosa y de colcha suave. ¡oh! cómo amaba esa cama, hacía relajar cada pequeño músculo de su cuerpo, y vaya que lo necesitaba. requería de la caricia suave de sus almohadas y cobertores, estar embarazado de ocho meses de mellizos era una cosa sumamente agotadora. apenas asomaba a ver sus pequeños pies enrojecidos que constantemente dolían al sostener el peso de su vientre hinchado, tenía pequeños senos lactantes y sus pezones eran la cosa más delicada, un mal trato y vería al diablo del puro dolor. se sentía como una vaquita y su gran culo gordo y sus anchas caderas no aportaban mucho a su preñada silueta, aunque su novio siempre respondiese a sus quejidos con un adorable "te ves perfecto, mí amor" o "llevas a nuestros bebés ahí y te amo por eso". su espalda baja llegaba a palpitar y juraba por dios sentirse como un anciano de setenta años al sentarse en cualquier espacio.
se estiró como un minino, levantando la camiseta holgada de dormir de seda traslúcida, sobando la piel nívea con pequeñas estrías y venas pigmentadas en ella, donde sus bebés pateaban desordenadamente, pidiendo a dios que las pequeñas bestias que batallaban dentro de su útero conciliaran el sueño tan rápido como lo que suena un chasquido.
──¿no te dejan dormir, cariño? ──la voz celestial de jeongguk llegó desde una esquina. una mata de lacios cabellos azabache caían como una cascada de agua sobre sus ojos ébano oscuro. tatuajes danzaban sobre sus brazos cuando una toalla colgaba de su pequeña cintura cubriendo su pelvis mientras rocío de agua de ducha se deslizaba sobre la piel prístina y morena acabando sobre la tira de músculo magro en su abdomen plano y ejercitado, brindándole todo un espectáculo pasional a las pobres y atormentadas hormonas de jimin, que pululaban como feromonas dulces sobre el aire. atrayentes y acarameladas.
juraba por dios que si no estuviese cargando con el peso de dos bebés en su vientre habría saltado como un resorte sobre su novio, devorándolo como si jamás hubiese probado alimento alguno que saciase su hambruna, tirando de esa jodida toalla.
respiró profundamente, ¡no podía pensar en eso cuando sus adorados bebés no dejaban de ser unos pequeños bravucones en su vientre!
──verás que no, jeon. ──respondió y señaló su vientre──. los amo, pero estos niños no dejan de tratarme mal, así que hazme el favor de vestirte rápido y venir a la cama a dormir y relajarlos ¿de acuerdo? o no seré responsable de lanzarme y devorarte la polla de una lamida.
jeongguk sonrió con verdadera gracia. desde el embarazo, las hormonas de jimin le habían vuelto tan jodidamente lujurioso, desvergonzado, un completo malcriado y descarado, cosa que joder, amaba con bravura y barbarie.
jimin siempre había sido del tipo cohibido en casi cualquier cosa que hiciese, pero que cuando tocaba la cama se transforma en un alter ego. un pequeño lío de gemidos y maldiciones desorbitantes y agudas, gruñidos y gloriosos apretones de polla.
