Forastero #1

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Jamie Fraser se encontraba en una difícil situación; huía de los casaca roja. Estaba herido, perdido y solo, sus compañeros fueron en otra dirección y otros murieron en el encuentro. La noche era fría y oscura, la luz de la luna se veía opacada por un par de nubes rebeldes. Había perdido la noción del tiempo, sus piernas dejaron de responderle y cayó sobre las rodillas, Jamie aun hacia presión bajo la costilla donde una bala desafortunadamente lo había alcanzado.
Tragó saliva tensando la mandíbula tratando de soportar el dolor, soltó un quejido antes de lograr ponerse de pie nuevamente, si se dejaba caer dudaba que pudiera volver a levantarse. No podía quedarse en un solo lugar, sin duda lo encontrarían.
Miró a su alrededor asegurándose de que no hubiese un casaca roja cerca. El bosque se mantuvo en silencio a excepción de los sonidos de la naturaleza.
No tardó en visualizar al llamado "árbol aevus", un árbol enorme, majestuoso y de gran edad, llevaba años sin verlo. Escuchó un zumbido proviniendo de aquel árbol verdoso, sintió que lo llamaba con una atracción inexplicable que lo hizo avanzar, jamás lo sintió antes. Dio pasos cortos y débiles.
Estaba consciente de que lo que sucedía no era normal, pero no se detuvo. Siguió avanzando aun aferrando a su espada la cual aún seguía manchada de sangre de sus enemigos. Cuando por fin llegó a estar a unos pasos de distancia de aquel árbol misterioso, pudo relajar la mano que sostenía con fuerza el arma.
¿Qué es ese zumbido? Se preguntó confundido. Enterró la espada en la tierra y extendió la mano libre para poder sentir la corteza fría bajo su piel, pero en el momento en el que sus dedos hicieron contacto todo se tornó oscuro. Jamie había caído en un extraño trance.

La Luz solar se filtraba entre las hojas del gran árbol posándose justo en el rostro de Jamie. Sintió la molestia y eso lo obligó a despertar. Sintió que había caído de un precipicio y sus extremidades se habían desprendido de su cuerpo, estaba totalmente desorientado. Se forzó a sentarse y a recargar su espalda en el gran árbol que ahora había dejado de producir ese zumbido.

Estaba cegado por la luz, tardó unos segundos en aclarar su visión. Se dio cuenta de que el único daño que tenía en su cuerpo era el del disparo de un casaca roja, el otro dolor comenzaba a desaparecer aunque aún le dolía la cabeza como si le hubiesen golpeado con fuerza.

¿Qué ocurrió? Se preguntó confundido.

Jamie observó su alrededor, aun estaba en el bosque, todo parecía normal. El corazón se le estrujó al recordar la noche anterior, los recuerdos no tardaron en hacerse presente y torturarlo, sus ojos se cerraron con fuerza. Sangre, gritos de guerra, disparos, más sangre.

— ¡Huye, Jamie!

Los sonidos resonaron en su cabeza, los gritos eran desgarradores. Se obligó abrir los ojos.

Se quedó tumbado sujetándose la herida en su costado, tratando de tragar la poca saliva que le quedaba sobre la lengua, probablemente ese era su fin, moriría desangrado y en soledad. Se lo merecía, merecía morir de esta manera, el enojo y la tristeza estaban en plena guerra en su interior.

Un sonido a lo lejos hizo que su alma volviera a su cuerpo. Eran pasos aproximándose probablemente de un caballo. No parecía tener prisa, pero podría ser un casaca roja en su búsqueda de captura. Tomó el aire que sus pulmones le permitieron y buscó las fuerzas suficientes para ponerse de pie. Se sujetó del árbol ahogando un quejido. Cuando logró incorporarse por completo se percató de que su espada había desaparecido. Sacó de su funda la daga que le había obsequiado Augusto, sintió una punzada en su pecho al recordarlo y sus ojos se cristalizaron.

Debes irte —dijo cuando la puso en la mano de Jamie—, vete y cumple con tu promesa. ¡VETE!

Recordó sus palabras y solo podía sentir odio por sí mismo.

Los pasos cada vez eran más cercanos, Jamie tomó el camino opuesto apoyándose en cada árbol que pasaba. El sonido de un río fue melodía para sus oídos, lo siguió hasta poderlo visualizar; una pequeña cascada de agua cristalina.

El casaca roja lo había alcanzado, Jamie se ocultó tras la maleza y se percató del caballo blanco salpicado de manchas negras. Esperaba ver a su jinete de traje rojo y sombrero, pero en cambio, observó a una joven de cabello oscuro bajar del caballo. Portaba prendas inusuales para una dama, Jamie jamás había visto a alguien vestir unos jeams y una blusa blanca abotonada casi traslucida.

La joven aseguró al caballo a un árbol y  comenzó a desvestirse.  

Forastero (Outlander)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora