Te odio, te deseo.

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La tensión en el ambiente estaba sufriendo un súbito aumento que estaba lejos de menguar. Jong woo estaba resistiendo unas incesantes ávidas ganas de arrojarse contra Jae Go, luciendo asquerosamente soberbio frente a él, mientras se las daba de buen encargado, sermoneándole por su reciente comportamiento que consideraba indebido y reprochable. Parecía, según él, mostrarse preocupado por lo que acontecía en la vida de su subordinado —y su supuesto "amigo" —. Sin embargo, aquellos ojos y aquel deje de altanería en su forma de hablar, dejaba mucho que desear respecto a las verdaderas intenciones que guardaba consigo la charla, cuya comunicación parecía arrojarse al abismo de la nada, porque el único dispuesto a "hablar", era Jae Go. Y más que hablar, dedicaba el tiempo a ladrar por cada segundo que abría la boca. La situación, ya de por sí, bastante mala, fue empujada al extremo del límite, cercano a provocar el estallido de ira de Jong Woo, desde el momento en que Ji Eun, la novia de Jong Woo, cruzó la puerta del restaurante (¿Por qué, en nombre de Dios, debía traer a Ji Eun? ¿Por qué mierda? ¿¡Por qué!? ¿Debería matarlo? ¿¡DEBERÍA MATARLO!?)

Jae Go, poniendo de excusa el hecho de que Jong Woo había malinterpretado la relación entre él y su novia, se prestó a la amabilidad de invitarla para aclararle las cosas. Desde luego, aquello era la máscara que solapaba una intención de escarnio en contra de Jong Woo: quería hacerlo ver como el malo del cuento frente a Ji Eun.

— ¡Jon Woo, Jae Go! —Les habló Ji Eun, mientras avanzaba en dirección a la mesa en la cual estaban sentados. La pobre chica dibujaba en su rostro una preocupación flagrante que provocaba una palidez mortífera, de un blanco cegador. Por si no bastara la preocupación en lo que a su trabajo respectaba, tenía la carga añadida de un novio que últimamente parecía indispuesto a recuperar la cordura, y, por el contrario, se arrojaba a insondables avernos de neurosis.

¿Es cierto que había golpeado a uno de sus compañeros de trabajo con un teclado hasta que tuvieron que separarlo, porque, de otro modo, se temía que, estallando en la perdición de un iracundo momento, terminara por matar a ese imbécil? ¿Podría Jong Woo hacer eso? ¿SU Jon Woo —que ya no eran tan suyo—, haría eso? ¡La causa nacía de la pensión a la que había decidido mudarse, inconscientemente! Oh sí, todo había empezado desde ese preciso momento. No llevaba más de diez días viviendo en ese lúgubre espacio, merodeado por desquiciados y deplorables psicópatas, pero ya podía sentirse sobre él, el peso que acarreaba consigo el vivir a merced de unos locos que bien podrían matarte en cualquier momento. Jong Woo estaba sufriendo un trastorno de pánico, sintiéndose constantemente intimidado, creyendo que cada paso que daba era observado por alguno de los locos de la pensión. Y sus conclusiones no podrían declararse descabelladas e incoherentes; uno de los psicópatas, sin duda alguna, se afanaba a la intención de acosarle: Moon Jo.

— ¿Por qué demonios tuviste que traerla? —Preguntó Jong Woo, pero con aquella voz inaudible a otros, como si hablara consigo mismo, aunque realmente le preguntara a Jae Go. Efectivamente, ¿por qué?, ¿cuál era el punto?, ¿quería dejarlo en vergüenza frente a ella, hacerle pasar un pésimo rato siendo sermoneado por él y por su novia...?

—Jong Woo, ¿qué ocurre? ¿Por qué te estás comportando de este modo? ¿Te peleaste con alguien del trabajo? ¿Por qué, qué pasó? —La preocupación de Ji Eun, a diferencia de Jae Go, era parte de una atención sincera con este.

—Tu novio es un verdadero problema últimamente, se ha comportado como un mezquino, en verdad, además...—Jae Go pensaba agregar más descripciones escandalosas sobre Jong Woo, pero este lo interrumpió, ya empezando a hartarse en serio de la plétora de sandeces que blasfemaba sobre él. Estaba claro que su intención era dejarlo como imbécil frente a Ji Eun.

—Oye, ya estuvo, ¿no? ¿Acaso quieres morir? —Amenazó Jong Woo. Sus ojos desprendían un brillo especial que, últimamente, había aparecido en estos, aquel brillo de origen maquiavélico, como parte de una metamorfosis lenta, pero segura. Jong Woo estaba enfermándose, su mente estaba siendo corrompida.

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