Tras su misteriosa desaparición se buscan pistas de lo que posiblemente ocurrió la noche en que el Detective Land se esfumó sin dejar más que un maletín negro y un paraguas.
La investigación se encuentra en un punto muerto, pero eso es inaceptable p...
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"Las Memorias del Detective Land.
De Demon Land, para su adorada hija.
El detective se encontraba en su oficina reclinado en el asiento mientras leía con incesante atención los misterios que envolvían al curioso Club de los Seres Abisales.
La oficina estaba sumida en el silencio, así como la tranquila ciudad de Ouglass. Había pasado aproximadamente una semana desde el último caso que tuvo que tomar, donde investigaba la misteriosa desaparición de una chica de 15 años que vivía con su familia en una ciudad vecina. El caso había llegado hasta su escritorio en forma de informe; la policía del sector estaba a punto de cerrar el caso por falta de pistas. Estaban en un punto muerto, tan muerto como el cuerpo de la joven que había sido encontrado en la oscuridad del bosque, donde, curiosamente, el vecino de la familia iba a cortar leña con frecuencia.
El caso había sido resuelto por el detective hace días, por lo que ahora disfrutaba de la tranquilidad de su cómoda oficina. Eso hasta que la misma fue interrumpida por el sonido de una carpeta siendo estrellada contra el pulcro escrito.
—El deber llama, Land —indicó el agente Carson.
El hombre se veía molesto por la interrupción de su lectura, pero de todos modos tomó la carpeta para echarle un vistazo.
—9:30 am, la señora Bekerley esperaba como siempre que le llevaran a su sobrina de 10 años para cuidar de ella mientras sus padres trabajaban. Le pareció extraña la tardanza, ya que los señores Russel salían a trabajar bastante temprano, así que realizó varias llamadas a los celulares de los susodichos y al teléfono de casa, pero nadie contestaba. —Se sentó en la silla frente al escritorio, bajo la calculadora mirada del detective—. No le habían avisado de ninguna salida, así que asumió que algún imprevisto había sucedido. Cuando llegó encontró la espeluznante escena: La familia había sido cruelmente asesinada. O al menos eso dijo cuando los policías llegaron al lugar...
Land frunció el ceño pensando en lo extraño de la situación. Miró su reloj, y precisamente, eran las mil novecientas horas.
—¿Cuándo se dio el aviso a la policía?
Su voz salió rasposa por su garganta. Pasó saliva. Parecía que había olvidado tomar agua durante varias horas, estaba demasiado sumergido en su libro.
—Nuestros agentes están en la escena desde hace aproximadamente cuarenta minutos.
Esta vez sus cejas se hundieron más en su entrecejo. Se levantó de su asiento con prisa arrastrándolo hacia atrás para ir directo a la escena.
—Gracias, Carson.
Su colega asintió en respuesta mientras el hombre dejaba la oficina.
El césped se movía con cada pisada de Demon mientras caminaba hacia la residencia. La localidad era custodiada por algunos policías del departamento de Ouglass. Al momento de pasar por la puerta pudo notar la desordenada sala que daba señales de haber presenciado una evidente pelea. Caminó hasta el fondo de la sala donde se encontraban dos agentes frente a una mujer sentada en el sillón. Las lágrimas corrían sin tregua por sus pecosas mejillas. Sus ojos rojos y su labio tembloroso le corroboraron al detective la identidad de la mujer.
