Después de aquellos horribles 100 días fuera de casa, Kujo por fin vería a su madre, aunque no se encontraba nada feliz, le alegraba que la mujer que más amaba estuviera a salvo de dicha maldición, pero ahora había otra maldición que le carcomia por dentro, hasta lo más profundo de ser. y es que la persona que ama con su vida, no sabía nada sobre él, regreso a Japón de mala gana, pero el quería seguir cuidando de su chico de cereza, quería protegerlo como no pudo hacerlo, durante su ardua batalla. Estaba fuera de si mismo, es como si él solo hubiera activado un piloto automático en su cuerpo, su mente todo el tiempo estaba en aquel hospital y en aquellos bellos ojos que parecían no reconocerlo
Rabia era lo que más sentía, pero debía ser fuerte, estaba perdiendo el año, por no poder pensar en otra cosa que no fuera, cierto joven con cabellos rojizos y mirada de ángel que le hacía respirar de nuevo.
Otro día, otra tortura, tenía que salir de la cama, y hacer todo lo que se suponía que hacía un adolescente de su edad. Sus ojos habían perdido su característico brillo y las peleas con su madre por ser ella muy amorosa, habían quedado en segundo plano, ahora solo sentía ganas de llorar en cada momento, sus clases eran aburridas y siempre en los descansos se quedaba en el aula, en su asiento, admirando una foto de él y Tenmei...
Su rostro estaba cubierto por su gorra, pero lloraba igual que un chiquillo cuando le quitabas su dulce favorito, lloraba por todo lo que no pudo llorar desde que llegó a casa, lloró porque posiblemente había perdido a su amor.
Por otro lado los padres de Noriaki habían decidido volver a Japón con su hijo para inscribirlo de nueva cuenta en el colegio a la que asistía jotaro, era como siempre el horario donde se quedaba solo para ser atormentado por su pasado, hasta que escuchó una suave voz de terciopelo que jamás, aunque reencarnara en otras vidas, olvidaría, aquella voz tan dulce, pero sin perder lo varonil, que le hacía sonreír, levantó el rostro nuevamente para toparse con Noriaki frente a él y algo nervioso por hablarle sin preguntar si estaba ocupado-Disculpa, ¿Está es la clase 3-B?- El pelirrojo se sentía sin aliento por algún motivo, su mente sabía perfectamente porque tenía esa reacción pero su consiente no era capaz de recordarlo, su inconciente saltaba con gran emoción, nuevamente se habían reencontrado y no hablemos de su corazón que latía como si quisiera salirse de su pecho, su inconciente le decía que lo abrazara, pero su consiente le decía que debía controlarse, jadeó sin aliento, pues era un nudo de emociones muy fuertes, para un joven que para él pelirrojo sin memoria, era un completo desconocido. Y una lágrima se escapó de su ojo derecho, la limpió rápidamente y solo pudo quedarse en silencio, temblando de emoción o miedo de estar frente a quien es llamado su primer y único amor
-Si... bienvenido- sus sentimientos estaban más que enredados, parecía un laberinto. Esos ojos, esos hermosos orbes que le traían paz, ese dulce brillo que le aseguraba que todo estaba bien, sus mejillas estaban empapadas pero eso no le impidió poder sonreír, aquel interruptor había sido activado de nuevo y Jotaro Kujo volvía a sentir, pero todo eso se le vino encima de golpe, cubrió nuevamente su rostro con su gorra y ahí libero las lágrimas de las necesarias, pues aquel trágico recuerdo, volvía una y otra vez a su abrumada mente -puedo ser tu ayudante para que puedas estar bien en todas las clases, soy..- antes de que hablara, aquella voz tan embriagante, volvió a salir de los labios del ajeno
-Jotaro Kujo, lo sé, por algún motivo siento que eres conocido para mí, perdón es solo que tuve un accidente donde perdí la memoria- su tono de voz sonó algo triste y melancólico, pues su mente le había dado un pequeño flashback para que pudiera decir el nombre de aquel masculino que tenía de pie admirandolo como si fuera una obra de arte
Y luego de aquella charla, Jotaro había sido nuevamente él, claro que esta vez, si cumpliría aquella promesa aunque su vida dependiera de él, no quería volver a ser aquel chiquillo que no pudo hacer eso. Y así pasaron aquellos meses donde Noriaki y Jotaro, pasaban tiempo juntos. Hasta que una tarde en casa del pelirrojo, días antes de la graduación de ambos del colegio, mientras jugaban videojuegos, Tenmei se concentraba en ver al chico de cabellos oscuros como la noche atento, carraspeo un poco antes de poder hablar nuevamente
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just remember my name.
Fanfictionkakyoin estaba enamorado y aunque todos tenían una idea errónea sobre a quien amaba, solo el chico de cabellos rojizos sabía de quién se trataba jotaro lo amaba, pero estaban a unos días de cumplir su destino y eso le aterraba, le aterraba no ser t...