El local del (des)encanto

62 2 0
                                    

- Madre mía con la zona pija-masculló Gèrard mientras caminábamos por la calle.

Menos mal que me había puesto ropa más o menos aceptable para el evento. Desde luego Anaju no me había dado impresión de ser una chica pija, una prueba más de que las primeras impresiones engañaban el noventa por ciento de las veces. Paramos sobre nuestros pasos cuando el maldito Google Maps nos indicó que tras miles de vueltas alrededor del mismo barrio habíamos llegado al sitio. Una fila de gente nos dio pista de que habíamos llegado al sitio correcto.

Nos colocamos allí sin saber muy bien que esperarnos de aquella fiesta hasta que llegó nuestro turno. Un hombre fornido pero elegantemente vestido me miró con cierta condescendia pero me pareció ver un ratro de amabilidad en su mirada. Quizás solo fuese una impresión fugaz.

- ¿Y bien?-preguntó con voz ruda.

- Em... somos invitados de Ana Julieta-respondí lo más formalmente posible viendo por el rabillo del ojo como mis amigos aguantaban la risa.

Como por arte de magia una sonrisa apareció en su endurecido rostro sorprendiéndonos a todos.

- Ah, de la señorita Anaju. Pasad, anda.

Le ofrecí una sonrisa cordial antes de que nos internásemos en aquel lugar. Las luces de discoteca iluminaban de colores la sala oscura. Un montón de gente bailaba y bebía, en la barra había más de lo mismo. Aparentemente era una fiesta de lo más normal por lo que suspiré aliviada. Rafa siendo tan impulsivo, se adelantó a todos acercándose a la barra y pidiendo la primera tanda de copas.

- Y me las cobras a mí-dijo una voz a nuestras espaldas.

Anaju apareció ante nosotros ofreciéndonos su radiante sonrisa. Nos dio un abrazo a todos haciendo las debidas presentaciones y nos indicó que fuésemos con ella a una mesa donde había un chico y dos chicas que se presentaron como Bruno, Maialen y Anne. Solo con compartir dos palabras me di cuenta de que eran bastante majos y no tardaron en involucrarnos en su conversación.

- Jamás pensé que te irían sitios como estos- le repliqué a Anaju, se notaba que el alcohol estaba haciendo efecto y tenía cada vez menos filtro.

- Lo entiendo, hay demasiados estirados aquí, a mi simplemente no me gusta ser así pero al tener dinero pues te engloban directamente dentro de estos grupos-explicó encogiéndose de hombros.

Claro. Debía suponer que tenía dinero, aunque quizás tratase de no aparentarlo. Una chica rica que no quería mostrarlo, rara vez se veía aquello, pero me gustaba. Tenía personalidad.

- Conozco lugares en los que te lo pasarías mil veces mejor-respondí sonriéndole mientras le ponía una mano en la rodilla.

Ella sonrió tímidamente observando mi mano.

- Pues me tendrás que llevar.

- Eso está hecho.

Resultó que aquel grupo era de lo más lindo. Todos eran educados, amables y bastante más divertidos de lo que se podía esperar. Bruno y sus filosóficas ideas que te abrían a un mundo lleno de posibilidades y esperanzas; Anne y los palos que daba cuando menos te lo esperabas; Maialen y su estupenda forma de ver la vida, además de sus ideales envidiables y Anaju, y su sonrisa y amabilidad desbordante que escondía una pasión ferviente de descubrir mundo. Me encantaban todos. Y a mis amigos parecía que también.

Pero una vez más, algo me sacó de ese trance de felicidad en el que me había visto envuelta. Porque o la vida me estaba gastando la mayor broma del mundo o me estaba enviado señales muy fuertes. No podía ser casualidad, coincidir con él al día siguiente en una disco remota. Vestía distinto esta vez, llevaba un polo rojo que escondía una camisa y unos pantalones ocre ajustados. Iba pijo, desde luego, pero para mi no podía parecer más perfecto. Mi mirada se perdió en su figura, que se movía incómoda entre la gente. Parecía que se sentía muy fuera de lugar.

El Pianista (Flavio x lectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora