|Uno|

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Ríos de espeso humo blanquecino iniciaban una carrera desde su boca, rozando levemente sus labios y finalmente llegando al exterior. Yacía sentado en la orilla de su cama, con sus orbes perdidas en algún punto fijo de su habitación. No estaba pensando en algo en especial, simplemente se limitaba a observar ese punto desconocido.

17 años.

17 malditos años tiene Jungkook. Jeon Jungkook. Un joven estudiante de último semestre de preparatoria, quien ha caído cual gota de lluvia al suelo en un vicio: alcohol y cigarrillos - y algo de marihuana -.

El joven pelinegro terminó su cigarrillo mañanero, lo tomó con dos de sus dígitos y lo lanzó al suelo para después pasar su pie desnudo por encima hasta hacerlo añicos.

Mala idea.

-¡Ah! ¡Mierda! - Las cenizas aún calientes del cigarro habían quemado su piel. -Soy estúpido... - Dijo entre dientes.

-¿Pasa algo, cielo? - Se escucha a lo lejos la voz de la mujer que le ha dado la vida.

-N-no, mamá... ¿ya está el desayuno? - Quiso evadir el tema. Si algo era verdaderamente cierto era que su madre no sabe acerca de sus vicios, trata de esconderlos. Aunque no se sorprendería si llega a sospechar (o ya lo hace), o en otros casos atraparlo, ya que una vez llegó borracho a la casa, y se excusó diciendo que estaba enamorado para después arrastrarse hasta su habitación y no salir en unas buenas horas.

Su madre lo adora mucho, para ella es su más precioso y único tesoro. Es hijo único. Jungkook desde pequeño ha tenido todo, a pesar de no ser parte de una situación económica muy buena, su madre siempre lo consentía. Él tiene padre, sí, pero para él no existe. Jungkook no lo quiere. Esto se debe a que años atrás le fue infiel a su progenitora y ahora el muy cínico tiene otra familia.

-Tu favorita, mi cielo. - Dijo la madre de Jungkook con una voz tan dulce que a cualquiera le haría palpitar el corazón aceleradamente. Dejando después un casto beso en la cien de su hijo cuando por fin bajó después de haberse dado un baño, no quería ser delatado por el olor del humo.

Era su comida favorita. Jungkook siempre tuvo en mente que él no merece a su madre.

Terminando de comer debía ir a la preparatoria, cosa que no le entusiasmaba mucho. Tenía puesta ya su playera tipo polo con el logo de su institución, solo debía comer, tomar sus cosas y partir. Algo que lo mantenía alegre era que se encontraría con su mejor amigo Min Yoongi para que le diera un poco de marihuana.

La escuela donde Jungkook estudia es pública, minimalista, sencilla pero no descuidada, estaba en perfectas condiciones. Kook tiene un ego increíble, según él - Y vaya que no sólo él, sino toda la escuela - consideraba que es de los chicos más atractivos de ahí. Con su cabello negro un poco largo, cubriendo la parte superior de sus orejas, las cuales contenían 5 perforaciones con aretes cada una por toda la curvatura de la misma. Unos ojos café oscuros que poseen una mirada penetrante, su piel blanquecina haciendo perfecto contraste con ellos. Cuerpo un poco trabajado - adora hacer ejercicio después de la escuela cada dos días -, facciones finas y una altura de 1.70 metros. Perfecto, es el chico perfecto de cualquier fémina. Incluso, cualquier varón.

Al llegar a la escuela las miradas no hicieron falta. Jungkook era un poco temido, sumando que la chamarra negra de cuero lo hacía ver más, mucho más deseable el día de hoy. A lo lejos divisó a su mano derecha, Min Yoongi. Junto a Namjoon y a Hoseok, sus otros colegas. Al llegar el pelinegro los saludó de puño y el cuarteto se dispuso a charlar.

-¿Traes mota, Min? - Dijo el pelinegro con una sonrisa ladina.

-La pregunta es ¿cuándo no? - Habló el peliazul para después tomar su mochila y sacar una pequeña bolsita de plástico transparente donde se veía claramente la petición de su amigo. Se la entregó rápido y el pelinegro la guardó con la misma velocidad.

La escuela transcurrió normal, ¿qué era normal para Jungkook? Bueno, normal era; estar aburrido la mayoría del tiempo, hacer sus trabajos más por obligación que por otra cosa, hacer escándalo con sus colegas y maldecir a sus maestros cuando les llamaban la atención, en fin, cosas así.

Las calles de Seúl, al menos ese día, estaban frías

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Las calles de Seúl, al menos ese día, estaban frías. Se sentía un aura solitario, un olor a tierra y naturaleza que a cualquier persona le transmitiría paz, pero dentro de esas personas no estaba Jeon Jungkook. El muchacho se encontraba enojado, enojado porque el estúpido viento no dejaba que encendiera su cigarrillo. Por lo que optó por dirigirse a un callejón, ese callejón al que siempre iba a fumarse sus porros o beber cerveza, con o sin sus colegas. Hacía 15 minutos había salido de la escuela y ya se encontraba ahí, adentrándose en el oscuro rincón lleno de moho y basura, pero sin vista al exterior.

Había alguien, Jungkook se dió cuenta cuando vió un espeso humo subir poco a poco. Pero no le dió importancia.

-¿Qué tal, bro? - Saludó a quién sea que se encontraba ahí, solo esperaba no recibir un balazo o un golpe como respuesta.

-Todo bien, colega. - Contestó una voz gruesa, más por la poca luz que se encontraba entrando por la superficie del lugar no lograba distinguir ni quien era ni su rostro. Pero le alegró que contestara de una manera muy educada. Según él.

El tipo que se encontraba ahí salió, dejando ver su magnífico rostro, tenía facciones tan marcadas y finas como las de Jeon. Unos ojos café oscuro, una peculiar sonrisa rectangular que sostenía un cigarrillo entre sus belfos. Una esbelta figura y un cabello negro un poco rizado y largo que caía por su frente, cubría sus orejas y tocaba un poco su cuello.

-Eres guapo. - Dijo Jungkook divertido. A lo que recibió una pequeña risa por parte del contrario.

-Lo mismo digo de ti. - Contestó. -Kim Taehyung. Llamame Tae. - Y extendió su mano para saludar al pelinegro, que gustoso respondió y no tardó en hablar.

-Jeon Jungkook, llamame Jungkook, Kook, Kookie, como quieras. - A lo que Taehyung sonrió y asintió.

Lo demás fue silencio absoluto, pero fue un silencio cómodo y de confianza. Mientras fumaban, de vez en cuando compartían palabras e información sobre quienes eran, para suerte de Jungkook, Taehyung estaba en las mismas que él, pero había una diferencia; Taehyung era casi un delincuente, uno chafa, pero lo era. Robaba, peleaba, fumaba, golpeaba. Jungkook por una vez en su vida se sintió aceptado y comprendido por alguien que no fueran sus amigos.

 Jungkook por una vez en su vida se sintió aceptado y comprendido por alguien que no fueran sus amigos

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Holi, holi de nuevo. Esta historia es originalmente mía, no es ninguna adaptación como The Games, a lo que espero que de verdad la disfruten, esta promete mucho, me siento tan inspirada que quiero hacer todo y a la vez nada, jaja, pero a esta le pondré más empeño. Espero que la disfruten y sobre todo sea su agradooo. Bye.❤️

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2020 ⏰

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ꜱ. ᴡ. ᴀ. ᴛ. | ᴠᴋᴏᴏᴋ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora