Demonios personales

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Nadie sabe lo peligroso que es él más que Hinata.

Sí, ella. Porque solo ella lo conoce realmente, solo ella se ha atrevido a colarse por las rendijas que él deja debilitadas cuando llega de misión todo ensangrentado, todo vuelto un manojo de emociones negativas porque ha visto demasiada muerte. Sí, porque cuando Kakashi llega de misión es vulnerable, es el único momento en que está dispuesto a dejarse ver como es en verdad, sin más máscaras, sin más evasiones, sin más mentiras. Se muestra tal cual es, con sus miles de matices, unos más peligrosos que otros.

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Kakashi-sensei. –exclamó mientras tocaba la puerta del departamento de Kakashi. Tsunade-sama le había mandado a Hinata para que le curara las heridas en vista de que Kakashi había mandado el reporte de la misión con un anexo que decía que no iría a la revisión médica. Y allí estuvo ella por muchos minutos hasta que él le abrió la puerta semi-desnudo, semi-desangrado, semi-roto.

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Hinata intenta reprimir ese deseo de regresar al departamento de Kakashi cada vez que sabe que llegará de misión. Lo intenta en verdad, pero ella no es fuerte cuando se trata de evitar a Kakashi. Le preocupa que él no pueda curarse el alma por sí solo. Le preocupa que él caiga de una vez por todas en la boca de la oscuridad.

Él es interesante, es adictivo, ella está obsesionada con cuidarlo... hasta cuenta los días que faltan para que él llegue de la misión. No sabe cuándo empezó a rayar con unas enormes X los días de su calendario.

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¿Duele? –le preguntó Hinata mientras le curaba la herida larga y profunda de la espalda. Kakashi estaba sentado en la orilla de la cama, encorvado y con los brazos recargados en sus piernas en una posición de abatimiento. Hinata estaba sentada de rodillas más al centro del colchón con un leve sonrojo en sus mejillas acaloradas. Él no le contestó, parecía ido del mundo. – ¿Duele? –volvió a intentar Hinata aunque esta vez con la voz en un hilo. Ella pensó que muy probablemente no la había escuchado.

Duele, pero no es la espalda, niña. –musitó él con la voz siseante y débil, baja, misteriosa. "Niña", la había llamado, recordaba quién era ella, pero momentáneamente no sabía su nombre. Momentáneamente no estaba en la realidad, en el hoy, en el ahora.

¿Qué es entonces?

Los recuerdos... los recuerdos duelen.

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Ella sabe que él sufre. Jamás se imaginó cuánto hasta la segunda vez que lo vio. Kakashi volvió a mandar su negativa de ir al hospital alegando que había llegado bien, pero Tsunade-sama no se quedó tranquila y mandó a Hinata porque Sakura e Ino y los demás miembros del hospital estaban muy ocupados por un brote de un virus en la aldea.

Y Hinata va enseguida a su segundo encuentro, sin ningún reclamo, sin siquiera molestarse como la primera vez. Camina con prisa, intenta hacer largos sus pasos y siente que la ven extraño los transeúntes porque a ella jamás se le ha visto con prisa, sin embargo, a ella no le importa, lo único que está pensando es en llegar ya, YA.

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Soy Hinata, Kakashi... sensei. –espetó creyéndose una estúpida al pensar que con solo decir su nombre él abriría la puerta. Se dijo idiota unas diez veces dentro de su cabeza. Dio media vuelta para irse, había estado intentando que Kakashi le abriera por más de veinte minutos.

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