Kara, la primogénita de Rebekah Mikaelson, nació cuando su madre aún era humana. Sin embargo, su destino dio un giro oscuro cuando Esther, su abuela, la entregó a Dahlia siendo apenas una recién nacida, haciendo creer a toda la familia Mikaelson que...
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Ya habían pasado algunos meses desde que Kara y Freya se separaron, y queriendo estar lo más apartada de Dahlia decidió emprender viaje al nuevo mundo, si bien el viaje fue tranquilo un sentimiento de soledad comenzó a invadirla, extrañaba a su madre sin duda, pero debía ser fuerte, ella era una Mikaelson y cualquier obstáculo debía superarlo.
Eso era lo que exactamente haría, ella se fortalecería para que cuando llegase el momento de enfrentarse a Dahlia, estaría lista y preparada para enfrentarse a ella y la vencería. Con eso en mente observo que a la distancia había un hermoso lago, por lo que decidió hacer un pequeño campamento a orillas de este, ya que aún no sabía cuanto le faltaba para llegar u encontrar un nuevo pueblo.
Antes de empezar, se giró viendo su reflejo en el río comenzó a recitar un hechizo que había creado desde que se convirtió, el cual ocultaba por completo sus rasgos vampíricos, pues había oído que la zona era habitada Lycans y cazadores, y si bien podía lidiar con ellos, no tenía ganas de tratar con ellos.
Una vez hecho esto, soltó un suspiro comenzando a montar su pequeño campamento. La paz de la Tribrida fue interrumpida cuando capto que un par de personas se acercaba a ella.
* No te muevas. - Le exigió el hombre apuntándola con un arco, mientras que el otro la apuntaba con una espada.
* ¿Qué tenemos aquí? Una linda chica en medio de la nada. - al ver su vestimenta soltó una risa burlesca. - Y que intentas demostrar con esa extraña vestimenta. - el cazador señaló observando de arriba abajo a Kara, lo cual la irritó aún más de lo que ya estaba.
* ¿Qué puedo hacer por ustedes? - Cuestiono Kara aun sin voltearse.
* Tal vez. - Murmuro el hombre con voz demandante, sin bajar la guardia. - Pero primer, Buscamos a un muchacho.
* Si no se han dado cuenta, soy una viajera y acabo de llegar, tus problemas no son asunto mío. - Le respondió Kara soltando un bufido molesto.
Los dos hombres fruncieron el ceño y compartieron una mirada. Y con un rápido movimiento, el sujeto que tenía la espada corto la mejilla de Kara. - No debiste hacer eso. - Gruño Kara volteándose finalmente mientras su herida comenzaba a sanar.
Ambos hombres retrocedieron y se prepararon para atacarla. - Es una de- No alcanzo a terminar, pues la Tribrida movió su mano partiéndole el cuello. - No debería, pero ustedes han sido muy groseros. - Expreso iluminando sus ojos para consternación y horror del.
* No es posible- Murmuro rasguñando su cuello al sentir la falta de aire.
* ¡Oh! Amor, tú no sabes lo que es posible en estos días. - Murmuró tomando del cuello al que dejo vivo, comenzó a beber su sangre, una vez completamente drenado lo soltó.