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Abie había nacido en la región del sur de Texas, en la más poblada, Houston. La mayor parte de su población tiene origen en México aunque también provenientes de los países asiáticos. Sus padres no siempre habían sido de allí. Su padre, un hombre alto de ahora cincuenta y seis años había trabajo en Luisiana ayudando en la empresa familiar ,pero debido a malentendidos decidió alejarse recién cumplidos los veintiún años, viajando a Alabama donde pasó dos años viviendo del sueldo que ganaba como camarero en Faunsdale Bar & Grill . Siempre había sido una persona inquieta por lo que moverse de un sitio a otro no le suponía un problema, de ahí se mudó a Kansas donde se encargaba del mantenimiento del ganado del señor White, un jubilado que debido a la edad había perdido cierto grado de movilidad en la columna, fue en ese campestre lugar donde conoció a la madre de Abie. Era una mañana fresca de verano y mientras que se encontraba abriendo la puerta para dejar salir a las vacas divisó a lo lejos como aparecía caminando ,junto a un caballo Clydesdale, la mujer más hermosa que había visto nunca. Después de unos intensos meses, ambos se mudaron a Houston, donde tuvieron a sus dos hijos. Decidieron posteriormente trasladarse a Filadelfia porque unos meses después de que naciera el pequeño perdieron el trabajo y ante la escasez de plazas vacantes en los distintos comercios de la zona vieron un haz de luz en la mayor ciudad de Pensilvania. 

Ella siempre se había sentido de Texas, y es lógico, había pasado allí la mayor parte de su vida, ahora en Filadelfia, e incluso habiendo pasado años desde el traslado, no sentía que estuviera en su sitio, no se adaptaba a la gente. 

Una noche sintió la necesidad de saber como estaba Mason. El día que lo conoció había sentido una extraña pero reconfortable conexión, dentro de ella se removió algo que hacía tiempo que estaba enterrado. Tras su última desastrosa relación amorosa decidió cerrar su corazón con candado y hasta ahora había permanecido así, pero Mason consiguió despertar en ella la intrépida, y en ocasiones peligrosa, curiosidad. El chico no era nada del otro mundo, pero a sus ojos podría ser perfectamente una fina pero imponente escultura esculpida por las manos del famoso Gian Lorenzo Bernini , con su pelo castaño claro suave y brillante, o esos ojos marrones, oscuros y misteriosos. Quizá fue su  mirada la que llamó su atención, esa que esconde mil secretos casi imposibles de descifrar. Sentada a los pies de su cama sostenía el teléfono indecisa, ¿llamarlo o no llamarlo?, la respuesta era simple, al fin y al cabo tan sólo era una chica más del grupo preocupada por su amigo ,¿no?. Marcó y tras tres pitidos la áspera y masculina voz de Mason se escuchó a través del altavoz inundando el perfecto silencio de la habitación. Ella permaneció callada unos segundos sin saber exactamente que decir, y no fue hasta que el chico volvió a preguntar que quién era la persona que llamaba cuando algo dentro de su cabeza produció un chispazo que la hizo pronunciar palabra.

- Soy Abie.-

- Oh, hola, no esperaba tu llamada.-

(yo tampoco esperaba llamarte) pensó

- Solo quería saber como te encontrabas .-

- Estoy bien gracias, ¿ tu lo estás?.-

- Si .- su voz era nerviosa y tras esa respuesta ambos estuvieron en silencio unos segundos sin saber que más decir, aunque en el fondo tenían muy claro lo que querían.

- ¿ Qué haces mañana?.- esa pregunta hizo que Abie le sonriera al teléfono y sin quererlo su corazón se aceleró.- Podríamos tomarnos un café o algo, no se, si quieres, sino no pasa nada.- el miedo al rechazo estaba presente porque aunque Abie no era consciente , Mason había sentido lo mismo que ella desde el momento en el que la vio sentada en aquel banco.

- Me parece una buena idea .- Mason respiró tranquilo.

- ¡Genial! pues mañana te llamo y concretamos.-

- Vale, buenas noches Mason.-

- Buenas noches Abie.- su nombre salió de sus labios como notas de música a través de un piano, suaves, llenas de sentimiento.

Se vieron en un local donde por las mañanas y aproximadamente hasta las cinco de la tarde lucía como una cafetería normal y corriente, pero que pasadas las seis se llenaba de los cuatro borrachos de siempre. El reloj de pared del lugar marcaba las tres y cinco mientras que ambos se miraban buscando algún tema de conversación. Abie cogió su taza de café caliente y le sopló.

- ¿ Has visto a los chicos últimamente?.-  preguntó ella.

- Lo justo, no tengo muchas ganas de salir últimamente.-

- ¿Puedo saber a que se debe?.- preguntó dudosa, sabía que se estaba metiendo en un pozo tan hondo que no parecía tener fin, pero Mason le gustaba, sobre todo le preocupaba. Esperó expectante y temblorosa a que decidiera responder, pasaron quince, veinte, treinta segundos sin pronunciar palabra, Mason agarraba su taza de café doble con las dos manos y la miraba pensativo, sin saber muy bien que responder a la preciosa chica que tenía en frente.- Mason, me preocupas.-

- No deberías preocuparte.- él habló, y ella suspiró tranquila porque al fin y al cabo había decidido responder en vez de salir corriendo por la puerta sin decir nada.- Son cosas mías que llevo arrastrando mucho tiempo y sentimientos que estoy intentando aprender a dosificar y controlar.-

- ¿Debido a que?.- Mason se removió en su silla echándose para atrás, no le gustaba hablar de sus problemas, y teniendo en cuenta de que era la primera vez que estaba con Abie a solas, no sentía la suficiente confianza como para contarle lo que le atormentaba, realmente, no la sentía con nadie.

- ¿Te han dicho alguna vez que preguntas mucho? Pensaba que habíamos decidido quedar para conocernos en otros aspectos, no para que me psicoanalizaras.-

- Tampoco hace falta que seas tan borde.-

- Lo siento, no sabía como hacer que dejaras de preguntar de una forma más sutil y delicada.-

- ¿Quieres que nos conozcamos entonces?.-

- Primero quiero una copa.- 

***


El chico nuevo caminaba por la fría y mojada acera a paso ligero, no le gustaba mojarse, no le gustaba la lluvia y era irónico porque había decidido mudarse al sitio de Estados Unidos donde más probabilidad de lluvia había, después de Washington por supuesto. Tardó en llegar a la comisaria diez escasos minutos, como de costumbre, todo el mundo andaba, más bien corría, de un lado para otro, había mucho ruido, gente hablando con más gente por teléfono, gente hablando con sus pensamientos, gente quejándose del tiempo, gente con ansiedad, simplemente gente. Él caminaba hacia su pequeña mesa para seguir cogiendo teléfonos, el sheriff había dado varios números por televisión pidiendo colaboración a la población de Filadelfia esperando con cierta esperanza encontrar alguna pista, descripción, algún sospechoso, sin embargo, eran solo vecinos que acusaban a otros vecinos porque se llevaban mal, una chica acusando a su exnovio por el simple hecho de querer joderle la vida y así personas, y más personas, sin parar. No sacaban nada. 

El teléfono siguió sonando durante horas, y él lo cogía, hasta que llegó un momento en el sintió como su cabeza empezaba a repetirle que debía darse un descanso, le comenzaba a palpitar, y para se más eficiente en su tarea necesitaría un zumo, un sándwich y otros diez minutos para fumarse un cigarro tomando aire fresco. Pero eso no pasó. El chico nuevo, cuyo nombre era Peter, decidió levantarse e ir hacia la tienda de comida rápida de en frente de la comisaria, pero lo único que se encontró en frente, y de su mesa, fue a su jefe, el sheriff mirándole fijamente.  

- Venga conmigo.- Peter suspiró cansando y resignado viendo como el sheriff Jones  caminaba con paso decidido hacia su despacho, y como posteriormente se paró frente a la cristalera que separaba su despacho del pasillo. Peter al pararse junto a él, observó como en el interior, sentada en una silla, se encontraba una mujer de unos cincuenta años, lloraba tapándose la boca con un pañuelo arrugado.

- ¿Quién es?.- preguntó mientras ambos la miraban fijamente.

- Dice ser la esposa de la víctima no identificada que encontramos en el río.- 

- ¿ Cómo sabe que es su marido?.- susurró sorprendido.

- Vamos a averiguarlo.- acto seguido ambos entraron al despacho cerrando la puerta tras ellos.




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⏰ Última actualización: Aug 27, 2021 ⏰

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