II

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«Cuando gobierna la incertidumbre».

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Creo que no existen... No.
Definitivamente no existen palabras que sean capaces de describir el como me siento ahora mismo, mientras oigo los viscerales sonidos de la carne cruda siendo devorada.

No entiendo lo que sucede, en absoluto. Y, siendo lo más honesto posible con conmigo mismo, estoy aterrado. Siento inmensos deseos de llorar, pero temo llamar su atención.

Lo último que recuerdo es haber sido decapitado. Vi mi cuerpo desplomarse sobre sus propias rodillas antes de ser el génesis de un charco de sangre.
Pero aquí estoy, todavía consciente y presa de un terror asfixiante que jamás en mi corta vida había atestiguado.

Hay un detalle más: Mi cuerpo.

No alcanzo a comprender el sentido de esto, pero puedo sentir que mi cabeza está nuevamente conectada a mi cuello. Desearía poder mover algún músculo para poder cerciorarme, incluso el más diminuto. Pero me es imposible. El monstruo, mi asesino, sigue comiendo, quizá ignorante de que continuo con vida.

—Exquisito —pronunció en un hilo de voz retorcido y repugnante a la vez que seguía emitiendo pequeños sonidos pegajosos. Pude identificar uno de esos como el sonido que se hace cuando uno se chupa los dedos—. Realmente exquisito. Las mujeres maduras son realmente deliciosas.

Los pondré al corriente: Había alguien siguiendome desde la estación, y después, cuando me detengo a ayudar a una amable e inocente mujer (probablemente con marido y un hijo que la esperan en casa), me decapitó. Pero eso no era lo que me frustraba. No. Lo que verdaderamente me frustraba era que este monstruo tomó la vida de una señora inocente que solamente quería ayuda con las compras, seguramente para la cena de esta noche.

Estoy seguro que había alcanzado a notar una silueta humanoide, pero ahora... Dios.

Era un monstruo: Piel morada, muy alto, venas marcadas en diversos sitios, un brazo más grande y musculoso que el otro; el otro brazo normal, pero provicionado de garras afiladas y curvadas. También tenía una asquerosa lengua larga, más dientes triangulares y afilados junto a unos ojos vacíos y rojos que reflejaban instinto. No tenía cabello.

—Ahora... —veo como, después de comerse el cadáver de la mujer, voltea en mi dirección. Empieza el paso hacia mí—. El Lord ordenó llevarte como fuera, vivo o muerto. Seguro que tendré una deliciosa pila de cadáveres frescos tras esto. Soy tan afortu–

Acercó su mano gigante, por lo cual, sacando ventaja de su lentitud, rodé para salir de su alcance.
Atrape un cuchillo de cocina del suelo (venía entre los víveres de la señora que ahora estaban esparcidos por el suelo) y lo enteré directamente en su cabeza. Para ello tuve que dar un salto con todas mis fuerzas.

Pero ni así fue suficiente. Solamente logré alcanzar su cuello.

Retrocedí frenéticamente.
El monstruo, al igual que el hechicero, ni se inmuta.

—¿Aaah...? —pronuncia ignorante.
Su mano gigante saca el pequeño utensilio de cocina para verlo por unos breves instantes—. Patético.

Sonríe de manera desagradable antes de arrojar el cuchillo.
Obviamente vuela con una fuerza espeluznante. Esa cosa me atraviesa el abdomen. Pero fue tan rápido que literalmente no lo sentí. Solo me di cuenta cuando eché una porción de sangre por la boca que manchó el piso. Bajando la mirada para mirar el suelo fue como me di cuenta que más sangre brotaba de mi abdomen.

Destino: ¿Elegir u Obedecer? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora