Tóxico

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Ha pasado una semana desde que Jean regresó a su ciudad natal y sigue acostumbrándose al cambio. Tres años pasaron y las calles han cambiado; tiene que aprender las rutas para ir a la escuela o a algún otro lugar; tiene que memorizar las colonias y nuevas direcciones. Volver a habituarse al clima cálido y a los ruidos de ciudad. A veces extraña el pueblo en el que vivió por 3 años. Pero algo de lo que no se queja es la escuela. Es cierto que el nivel académico ahora es más alto. Sin embargo, ya está con sus amigos de la infancia. O, para ser más específico, con el amor platónico de su vida.

Jean ha estado enamorado de Armin Arlert desde que tiene memoria. Al principio no estaba seguro del porqué de sus sentimientos. Mas después de un par de días de convivencia, puede afirmar que es imposible no amar al chico. Inteligente, amable, íntegro, desinteresado... son algunas de las características que Armin posee y que Jean ama tanto. Lo único malo de Armin son sus compañías. Eren Jaeger. Aunque a todos les agrade Jaeger, Jean nunca ha podido digerirlo. No sabe la razón, pero hay algo en ese chico que lo hace indeseable y desagradable. Lamentablemente, parece que Jean es el único que se ha dado cuenta que las sonrisas amigables de Jaeger con falsas e hipócritas. Incluso Marco, el mejor amigo de Jean, dice que exagera. Jean sabe que gran parte de su molestia se debe al trato de Jaeger hacia Armin. Es como si se tratase de una hiena que no quita los ojos de su próxima víctima, invadiéndolo, traspasando agresivamente su espacio personal, manchándolo con su malicia.

Dos semanas después de la llegada de Jean, los chicos decidieron que salir a festejar su regreso sería una buena idea. Así que, el sábado a las cinco, Jean está llegando al restaurante indicado y se encuentra con la grata sorpresa de que Armin ha sido el primero en llegar. A pesar de ser su amor platónico, Armin y Jean siempre se han llevado bien, aunque no ha podido platicar tanto con el chico como a él le gustaría durante las semanas transcurridas.

— Hola. - Saluda Jean. Armin levanta su mirada y sonríe como respuesta. Jean se sienta junto a él y recuerda todas las veces que platicaron en el receso cuando eran niños, en sus años de primaria. Jean aún no sabe qué tanto ha cambiado Armin, puesto que en tres años muchas cosas pueden pasar. Antes era muy parlanchín; hablaba sobre tantas cosas que Jean no entendía. Pero ahora luce algo distante, probablemente debido a los años que no pasaron juntos y que un par de cruces de palabras durante clases no pueden arreglar.

Después de unos minutos de silencio, Jean trata de sacar plática, y a pesar de que al principio es algo difícil, Armin termina siendo el mismo parlanchín de siempre. Ahora los temas de conversación se han vuelto más complicados y a Jean le cuesta un poco de trabajo seguir el ritmo. Lo bueno es que Armin no lo hace sentir mal o menos por no saber, sino todo lo contrario: le gusta compartir su conocimiento. Platican por un buen rato y Jean disfruta cada momento. Había olvidado lo bien que se siente estar junto a ese chico de ojos tan expresivos y azules. No ha sentido una felicidad tan grande como la de ese momento.

— ¿Interrumpimos? — Jaeger y los demás llegan, tarde. La mesa en la que Jean y Armin están se llena de gente y risas. Jaeger también ríe, también forma parte de la conversación. Sin embargo, mira a Jean muy directamente, con unos ojos que no coinciden para nada con su sonrisa amable. Unos ojos que causan incomodidad en Jean, inseguridad y escalofríos. Es la primera vez que ha sido visto de esa manera.

Al terminar la "reunión", Jean descubre que Armin y él viven a solo una parada de autobús de distancia. Aprovecha la oportunidad y se van juntos. Gran parte del trayecto transcurre en silencio, pero no hay incomodidad entre ellos. Es como si con solo la presencia del otro fuera suficiente. Jean se siente pleno, dichoso de poder compartir esa sensación con Armin; y agradece que Armin sea así. Supuso que por su naturaleza parlanchina platicaría todo el rato. Jean ha descubierto que el chico es selectivo a la hora de hablar. Haber tenido ese descubrimiento aumenta aún más la felicidad de Jean. Ha sido el mejor día de su vida, casi perfecto.

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