Diego Valdes se considera un hombre sensible y romántico, quizás también con un toque de narcisismo y terquedad. Y es que es de aquellas personas que si se les mete una idea simplemente no pueden dejarla pasar, y es lo mismo que pasó con él, nada ni nadie le quitará de la cabeza que sus alumnos Emilio y Joaquín están enamorados el uno del otro en secreto y sobretodo hoy que pudo haber jurado que vió como Emilio le limpiaba con su dedo pulgar restos de comida de la boca de Joaquín.
Así que perfectamente se ideó un plan; y es que hará que aquellos par de tórtolos confiensen que están enamorados, así que por lo consiyente encerró a Joaquín y a Emilio en uno de los salones de música abandonados, quizás no era de los mejores planes pero esto era el comienzo; antes de que empezarán a llegar todos los alumnos a su clase le pidió a Joaquín de favor que fuera a recoger un par de cosas que había dejado olvidadas en el salón de música viejo —obviamente acompañado de Emilio —. Cuando vio que los chicos ya se habían metido al salón, simplemente los encerró y con las mismas se fue a su propio salón.
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—¿Qué fue lo que nos pidió el pelos de maíz? —Preguntó Emilio rascándose la cabeza y ganándose una mirada de desaprobación de Joaquín.
—Nos encargó unas escuadras.
—Ah. Ya veo. Oye pero, ¿Quién guarda unas escuadras en un salón de música viejo? Eso está de locos ¿No crees? Bah, igual, nunca entiendo a los maestros son...raros. —comentó Emilio mientras observaba el lugar hasta que su mirada calló en un viejo piano de cola, se acercó hasta el y tan suavemente lo tocó, se veía viejo y estaba muy polvoriento, pero eso no cabía para lo hermoso que era, aplastó una tecla y al hacer eso se oyó un sonido un poco hueco, volvió a hacerlo una y otra vez hasta que se oyera tan delicadamente.
Joaquín solo observaba, sabía cuánto Emilio añoraba uno de esos pianos y al verlo de está manera, con sus ojitos brillando, no pudo sentir más que mucho amor y un poco de tristeza.
—¿Por qué no lo tocas? —Habló Joaquín en un suave murmuro temiendo en cortar el ensimismamiento en el que se encontraba Emilio.
—¿Qué?
—Que lo toques. Emi, yo sé que tu has morido por tocar un piano de estos. Hazlo.
—No-no lo creo. Debemos ir con el maestro o nos pondrá un retardo.
—¿Desde cuándo te preocupas por un retardo? Emi, solo házlo, por favor.
Emilio miró a Joaquín y solo así pudo tocar una melodía que rondaba en su cabeza desde hace varios días pero que solo aparecía cuando miraba a su Joaquín. Y entonces sonrió y con una inclinación de cabeza invitó a Joaquín a sentarse con él.
Y ahí estaban; Emilio tocando una suave melodía que provenía desde lo más recóndito de se propio ser, provocando que Joaquín se sintiera aún más enamorado de lo que ya estaba. Ambos felices, disfrutando de eso que aún no sabían qué.
Al finalizar Emilio se quedó mirando a Joaquín; hace como unos dos meses se dió cuenta que en realidad ese algo que él creía que solo era cariño era en realidad amor, y no de un amor al que le tienes a un amigo, porque no era tan normal querer hacerle tantas muestras de cariño, porque solo un simple roce...una pequeña mirada o una sonrisa hacía que su alma temblara y sintiera un cosquilleo en su corazón, porque no era normal que su ritmo cardíaco se descontrolara tan inhumanamente solo ver al castaño.
Y Emilio lo comprendió.
Fue como pequeñas piezas que embonaban tan fácilmente.
Y no tuvo miedo.
Pero se sentía con el terror de perder a Joaquín. No podía hacerle eso. No podía hacerse daño a él mismo.
Pero ahí se tenían el uno al otro. Sentados juntos, rozando levemente sus pieles por debajo de la tela del pantalón. Pequeños 'tun tun' de sus corazones. Quizás lo siguiente no tiene tanta explicación, o sí, pero lo único que supieron fue una terrible sensación de calidez y tención los abrumó por completo que juntaron sus labios.
Labio con labio, de arriba abajo, movimientos tal como un pequeño vals, no necesitaron de más porque todo así tal cuál como estaba, estaba correctamente bien. Simplemente estaban juntando alma con alma y corazón con corazón.
En ese momento ellos no fueron los únicos testigos de tal beso, sino también el profesor Valdés.
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Sincero muy sincera, amé como quedó el capítulo, espero que igual que ustedes les haya gustado.
¿Les gustó?
Gracias por leer.
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The Shipping
Short StoryDónde el Profesor Diego Valdés shippea a Emilio y Joaquín y hará lo posible pora que su shipp se haga realidad.