No fue un beso.
Fue algo mucho mejor.
Me tomó de la mano y preguntó:
—¿Te gustaría ir por unas donas? Yo invito.
El equipo entero y mis amigas celebraron ese touchdown con gritos, abrazos y silbidos. Los Jaguars incluso levantaron a Bill gritando «¡Qué viva el amor!».
Creo que se precipitaron. No sabemos si esto será amor, pero el hecho de que estén tan emocionados —y que él y yo lo estemos— me hace creer que la película valdrá cada segundo, sea cual sea el desenlace.