Parte 1

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Nina se despertó en medio de la peor de las resacas, se esforzó en abrir los ojos, pero con mucho esfuerzo solo logró abrir uno, la parte izquierda de su cuerpo no respondía a ninguna orden.

Sentía como, si durante la noche, hubiera pescado las peores enfermedades, como si una infección se hubiese apoderado de todas sus acciones.

Poco a poco, fue recuperando su conciencia, quiso ver el reloj que tenía apoyado en su mesa de luz, pero se dio cuenta de que hacía días o meses que no estaba en su casa, si no que estaba encerrada en aquel lugar, parecido a un castillo antiguo encerrada por un maníaco que se creía el conde Drácula, que cada noche inventaba una atrocidad sexual que ella tenía que hacer.

Al principio ella luchaba contra él para evitar que pudiera hacerle algo, pero a cada lucha, ella la pagaba muy caro con su cuerpo: los sirvientes la sometían a torturas inigualables con cada negativa.

De esta manera Nina fue elaborando un plan en su mente para poder escapar de las manos de este asesino. Su plan consistía en intentar ganar la confianza de Bruce, así se hacía llamar el delante de ella y de sus sirvientes, pero Nina estaba convencida de que ese no era su nombre, tenía que hacerle creer que cuando sus miradas se encontraban, ella le devolvía excitación y no bronca, amor y no odio, pero lo que ella sentía era una sensación de terrible injusticia por todo lo que le estaba pasando, y se preguntaba por qué esto le estaba pasando a ella, qué había hecho para merecer todo este sufrimiento...

El sol se ponía por detrás de las montañas, y la oscuridad se hacía total en la habitación de Bruce.

Era el momento de despertar, esta iba a ser una noche especial, hacía varios meses que Nina había llegado al castillo.

Los primeros días, tal vez semanas ella había estado demasiado agresiva, pero, con el correr del tiempo, empezó a ser mucho más sumisa, mucho mas receptiva al punto de sentir placer por lo que Bruce le hacía. Era una verdadera lástima que esta fuese su última noche.

Bruce avisó a sus sirvientes para que lleven a Nina a la Sala del Juego, y que preparen los elementos para la transfusión. Ellos asintieron y se marcharon de su habitación. Él quedo solo, desnudo, mirando por la ventana, se veía una hermosa luna blanca y brillante.

Se quedo pensativo unos instantes: era extraño lo que le pasaba con Nina, no quería deshacerse de ella, nunca había sentido tristeza por llegar a la última noche, pero así es como debía hacerse, debía de matarla y quedarse con su sangre, no se podía cambiar la forma en que siempre había hecho esto. No se lo aceptarían desde el club, lo sacarían y no podría volver a formar parte de él.

Salió caminando muy lentamente de su habitación, para esta noche no tenía que vestirse: para todo el ritual de hoy, él debía está completamente desnudo.

En la habitación de Nina entraron los sirvientes y le dejaron solo ropa interior de color blanca y le dijeron que fuera de inmediato a la Sala del Juego y luego se marcharon. Ella se desvistió lentamente y se puso la ropa que él le había mandado, ya no aguantaba más este sufrimiento y esta iba a ser la última noche que accedía a sus locuras. La noche anterior, sin que él lo notara, ella pudo esconder debajo del sillón el puñal con que él se autoflagelaba. Nunca había sido creyente pero en este momento rezaba al dios que sea porque el puñal continuase en el mismo lugar.

Se puso el conjunto blanco de encaje y caminó lentamente hasta la Sala del Juego. Siempre un sirviente la seguía por detrás y otro por delante. Nunca la miraban a los ojos. Ni ella pudo ver sus rostros. Iban vestidos con una túnica de pies a cabeza, que les ocultaba hasta el color de sus ojos, ya que estaban tapados con una rejilla negra.

El sirviente que iba por delante freno su caminar para que Nina tenga que empujar con todas sus fuerzas la pesada puerta de madera que abría la Sala del Juego.

Al ingresar ella vio que Bruce estaba totalmente desnudo y recibiendo algún tipo de tratamiento médico, parecía como una transfusión de sangre, los sirvientes le hicieron le señalaron el sillón para que ella se sentara y se marcharon hacia donde estaba él.

Bruce miraba desde la cama los ojos de Nina, y cada vez que sus ojos negros se cruzaban con sus ojos verdes, su cuerpo sentía un escalofrío inexplicable, una energía que lo recorría íntegramente.

Ella sentada en el sillón, con un conjunto de ropa interior blanco de encaje que dejaba ver su hermosa figura. Él, acostado en su cama, recibía una dosis de sangre humana, era parte fundamental del ultimo ritual, la sangre que le suministraban era de la victima anterior.

Desde donde él se encontraba, podía ver cómo su respiración elevaba y bajaba su pecho, sus pezones se endurecían y sus pechos se marcaban bajo la suave tela.

Entonces sin dejar de mirar a sus ojos negros, Bruce se aproximó a ella, se arrodilló, y le susurró al oído:

-Deseaba esto desde que te vi entrar a mi castillo-

-Yo también dijo ella-, y se corrió su tanga blanca, ofreciendo su sexo.

Él comenzó acariciando sus pezones y presionándolos con sus dedos, para luego continuar bajando, acariciando lentamente sus costillas y su pelvis hasta llegar a penetrarla con su lengua.

Mientras Bruce estaba ensimismado con su sexo y sin que lo notara, ella sacó un puñal y se lo clavó en la garganta, Bruce sin poder creer que es lo que sucedía. Casi muriendo volvió a mirarle los ojos, pero esta vez vio en sus ojos un sentimiento de justicia....

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2020 ⏰

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