2: Palabras rimbombantes.

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Lo sentí sempiterno, sus ojos pantetizaban un problema en un fondo color rosa pastel, pero aún así mantuve el inconmensurable apego que sin duda parecía ser inmarcesible e inefable.
Nunca hubo una epifanía, sólo melifluos provenientes de sus dulces cuerdas, en un espléndido tenor.
Quería llevarlo a ver el alba con su meñique sosteniendo el mío con delicadeza, más solo pude llevarlo a ver la mangata en un vaso de agua medio lleno con nuestras manos sudadas y apretadas.

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