Capitulo 1

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2017 diciembre

Harper

¡Demonios!

¿A quién se le ocurre mandar a su indefensa hija de 17 años a las 11 de la noche a comprar una barra de chocolate?

Lo de indefensa esta demás, pero igual a quien se le ocurre semejante locura? Bueno realmente a una sola persona en este mundo, mi loca madre que claramente era solo un pretexto para sacarme de la casa mientras ella fornicaba con un hombre que seguramente acababa de conocer en un bar.

Hacia un frió infernal durante todo el camino hacia el mercado, acomodándome el ligero suéter que traía y bajándome lo mejor posible el vestido veraniego azul celeste que traía puesto gracias a que no me dio tiempo ni de cambiarme en cuanto Adeline llego prácticamente corriéndome de su casa para que fuera al mercado.

Al entrar en el local gigante lo primero que note era que había mucha gente comprando comida caminando de aquí para allá incluso con juguetes en sus manos. Caí en cuenta que ya se acercaba la temporada navideña donde todo el mundo empezaba con sus cursilerías del tiempo en familia y el amor que no se daban en todo el año lo fingían en esta temporada.

Cuando me acerque al estante donde estaban todos esos dulces no pude evitar mirar hacia un hombre que estaba observándolos sin saber cuál escoger pero lo primero que note fue que el tipo estaba como quería

¡Mierda! está buenísimo

Era alto, cabello negro, mandíbula perfilada junto con unos ojos color verde y una piel exageradamente blanca que los hacia resaltar de gran manera...

Como me gustan pensé

Creo que en estos momentos adoro a Adeline por haberme hecho venir pues ese espécimen de hombre esta como para comérselo

-Disculpa pero sabes cuál de estos chocolates es más sabroso?-dije con un aire algo coqueto, aunque pensándolo bien fue una estúpida pregunta ¿Quién pregunta cual chocolate es mejor?

Idiota que soy

Sorprendiéndome el hombre señalo un estante con una pila de chocolates de bolsa roja – esos de allá son buenísimos- dijo sonriéndome un poco y examinándome de arriba abajo con esos hermosos ojos

-oh gracias es que hay tantos que no se cual escoger- respondí pasando mi lengua por mi labio inferior captando la atención de sus ojos hacia este

Esta buenísima...que no le haría a esa boquita

¡Lo sabía!

Algo de lo que estaba orgullosa de mi era esa habilidad que portaba gracias al ser que me engendró (el imbécil de mi padre como lo solía llamar Adeline) tal parece que al venir de otro planeta tiene sus beneficios. El dominar las mentes de otras personas me convertía en... no se tal vez en una mini del profesor X

Debo destacar que el leer las mentes de otras personas me ayudaba mucho en esta clase de situaciones gracias a que podía sentir las emociones de la persona al igual que los pensamientos que solían tener en el momento, aunque todavía me costaba saber cosas más profundas que suelen estar en lo más recóndito de la mente, como lo son recuerdos, miedos y cosas que tenía que buscar por mi cuenta. Incluso en momentos de mucho estrés o miedo todo se salía de control ya que solía provocar un fuerte dolor de cabeza a las personas que estuvieran alrededor de mí, aún me costaba controlar ese gran defecto, la prueba de eso era Adeline

-¿Vienes solo?- dije viendo al chico delante de mi directamente a los ojos, me gustaba ser directa al hablar con alguien. Odiaba darle vueltas innecesarias a algo que quería saber de una buena vez.

AliumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora