Hacia una mañana estupenda; eran las 06:30 de la mañana y ya el sol estaba asomando. Yo me había despertado hace media hora ya que no había dormido bien, aún no me acostumbraba a la nueva casa y los ronquidos de Alana me despertaron.
- Cariño, ¿que haces despierta tan temprano? - hablo detrás de mi mí padre exaltandome.
- Papá, me asustaste. - le dedico una sonrisa - ¿Tú qué haces despierto tan temprano? -
- Sabes que es costumbre, además esa fue mi pregunta -
- Alana ronca mucho, y ya sabes que cuando me despiertan ya no me puedo volver a dormir -
(N/A: ¿Soy la única a quien le pasa eso?, si no es así levanten la mano a los que les pasa igual ✌)
- Ya veo... pero es la que te toca compartir habitación - dice recordandome el juego que hicimos para acordar sin reproche con quien conviviriamos.
La casa tenía tres cuartos y dos baños en la segunda planta. A mí obviamente me toco compartir cuarto con Alana, Arista con Aquata lo cual se les puso algo difícil ya que ellas siempre se peleaban entre si por sus cosas; y como la última habitación era para papá arreglamos el ático que era bastante aceptable y amplio para Attina, Adriana y Adela las mas maduras de nosotras.
- ¿Por qué no sales a nadar un rato?, también te hará bien un paseo matutino así conoces el lugar - me sugirió.
- Esta bien, me parece bien. Voy a cambiarme - me levanto y corro a mí habitación en busca de un biquini.
- Vuelve a las ocho a desayunar - grita desde abajo.
Salgo de la casa que esta junta a una hilera de más casas frente a la playa. Papá se dedico a buscar una vivienda perfecta para nosotros la cual fuera amplia, cerca de su trabajo y el mar, ya que no podemos vivir sin este último. Siempre fuimos amantes del océano, incluso los amigos de la familia dicen que el agua salada corre por nuestras venas ya que nuestras generaciones pasadas trabajaron en oficios donde el mar estuviera involucrado.
Usaba mí típico biquini de dos piezas, la parte de abajo de un color aqua y la de arriba violeta. Caminaba sobre la arena que aún se mantenía fría bajo de mis pies. Era una playa increíble, tan amplia y limpia, las aguas con su acostumbrado color verde en la orilla de esta y tan transparentes; aunque había oleaje, por lo menos el perfecto para atrapar algunas olas.
No lo pensé dos veces y me metí en la playa, caminando unos segundos hasta encontrar un poco de profundidad. Cuando lo hice me sumergi y comenze a nadar por debajo del agua. No es por presumir pero soy bastante buena nadadora, aunque en general toda mí familia lo es. Desde que mis hermanas y yo éramos pequeñas nuestros padres nos apuntaron en clases de natación, logrando que Attina, Arista y yo ganaramos algunas competencias de la escuela, ya que nosotras nos animamos a participar en ellas.
Me mantuve sumergida, subiendo a la superficie cada cierto tiempo para tomar aire y seguir nadando totalmente ajena de lo que pasaba al rededor. Sólo éramos yo y el mar.
|Narra Jim|
Esa mañana me había levantado mas temprano de lo usual, así que no perdí la oportunidad y me aliste para ir a la playa. No quise despertar a mi madre y le dejé una nota en la mesa que le informaba donde me encontraba. Tome mi tabla de surf y me encamine hacia mi destino.
Cuando me encontraba en el lugar note que no había muchas olas, pero si las suficientes para no perder la práctica. Sin mas, me adentre en el agua y me acosté boca bajo sobre la tabla empezando a impulsarme con los brazos para alcanzar la ola que se acercaba.
Mientras que iba maneobrando sobre aquella ola no me di cuenta que había una persona en esa playa. De repente salió del agua una cabellera roja de una muchacha, está se levantó y alzó su cabello mostrando así su blanca espalda y sus definidas caderas y cintura, logrando con ello que me distraera cayendo sin remedio de mi tabla.
Eh de admitirlo, me sorprendió y mucho al verla salir del agua así sin más. Por un momento creí que era una sirena por su bello cuerpo que me...
|Fin de la narración|
- ¡Oye! - se quejó Jim por el repentino golpe que le dio su esposa.
- No deberías de hablar de esa forma delante de un niño - le regaño.
- Si papá, mamá tiene razón. Aún soy un niño y esas cosas no me interesan, así que cuando sea mayor me lo vuelves a contar con lujo de detalles - dijo de manera increíblemente seria.
- Ay Nico - dijo negando con la cabeza su madre.
- Mamá, dime tú que pensaste cuando vistes a papá -
- La verdad no recuerdo mucho... sabes, tu papá era bastante jovencito en aquella época -
- ¿Y qué esperabas? - dijo de manera sarcástica - En ese tiempo tenía apenas diecisiete años -
- Si, pero algunas personas no cambian mucho con los años. Por ejemplo mirame a mi, sigo viéndome tan joven como antes - dice de manera burlona.
- Y ahí está la modesta Ariel que hace mucho no veía - menciona con algo de nostalgia en la voz.
- Calla pirata -
- Hacia mucho que no me llamabas así. Pero volviendo al tema anterior en mi caso el tiempo no paso por gusto. Y por último me has dicho viejo - mencionó ofendido.
- Tu lo dijiste, no yo. No pongas palabras en mi boca que no he dicho - se defiende.
- Pero lo insinuaste - no pudo guardar una sonrisa de burla asi mismo, mientras que a los ojos de Ariel era encantadora.
- No, lo que quise decir es que te veías bastante joven. Ahora claramente tomaste un aspecto mas maduro -
- Bueno, ustedes dos ya basta de peleas y sigan contando - dijo aparentando madurez y acordando su platica anterior.
- No muchachito, usted se va a dormir que ya paso su hora - sentenció.
- Pero mamá, me dejarás con la duda - dice sorprendido el niño con los ojos bien abiertos.
- El cuento de mañana por la noche será la continuación de este, así que a dormir - replicó Ariel señalando la puerta.
- Hazle caso a tu madre, ya sabes que con ella no se puede discutir nada - susurro lo último a su hijo sin evitar que su esposa lo escuchará consiguiendo asi un leve golpe en la cabeza.
- ¡Oye! no seas cruel -
- Jajaja. Vamos Nico, te acompañó a tu cuarto -
- ¡¡Sii!! - respondió el niño contento a su padre.
Ariel rió entre dientes mientras ve a los dos hombres de su vida salir del cuarto.
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"Papá... ¿cómo conociste a mamá?
Fanfic- Oye mamá, oye papá... ¿ustedes cómo se conocieron? - - ¡Oh! bueno... como fue que nos conocimos - dice Ariel pensativa. - Bueno Nico, ponte cómodo que es una historia algo larga. - le dice Jim con gracia a su hijo - Nosotros nos conocimos una maña...