La propuesta

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Rosemyne usualmente envíaba un mensaje por medio de Hartmunt a Lutz para avisar sobre su visita a la casa de sus padres; la última vez, Gunther había recibido el papel doblado con un rostro alegre y ojos brillantes como cuando Effa le había dicho que estaba embarazada de ella.

Él aún no podía creer que por fín podía volver a llamarla hija suya, tocarla y abrazarla como cuando era tan pequeña que apenas le llegaba a las rodillas. Además, había descubierto en Ferdinand un buen aliado en lo que respectaba a cuidar a Myne.

Aún estaba sorprendido de todo lo que había ocurrido, desde el momento en el que cruzaron la puerta mágica y su preciada hija le había dicho que en Alexandría el maldito contrato noble no funcionaría. Por supuesto, aún tenían que verse a escondidas, no sería nada bueno para ella ni para el territorio si se sabía que Rosemyne era hija de plebeyos en realidad.

Sin embargo, ésto era más de lo que habían obtenido en esos años separados. Habían sido siete largos años sin tocarla ni saber nada de ella salvo por terceros. Pero ella estaba bien.

Y en su mayoría, ella estaba a salvo gracias a Ferdinand, el hombre que al inicio, pensó que no la amaba lo suficiente, pero pronto vio que estaba equivocado.

Ferdinand le había contado muchas cosas sobre Myne mientras estaba viviendo su vida con los aristócratas, algunas bastante sorpresivas, sin embargo, el cómo se comprometieron exactamente era un misterio.

Se escuchaban rumores sobre que Rosemyne había invadido Arensbach sólo para recuperar a Ferdinand de un compromiso con otra chica. La idea de su preciosa hija Myne peleando por un hombre le hizo un nudo en el estómago, pero también lo llenó de tranquilidad y una especie de orgullo extraño.

Su preciosa y linda niña de pronto se había convertido en una mujer que había ido en búsqueda de su persona especial. Eso era bastante impactante, usualmente es el hombre el que hace ese tipo de cosas.

Pero Myne siempre había roto el molde para hacer lo que quería, ¿no?.

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Effa miró a su hija Myne del brazo de su prometido, entrando por la puerta principal. Era bastante curioso ver a Ferdinand vestido de una manera más sencilla, aunque en realidad, a ese hombre todo le quedaba bien; de alguna manera, ella estaba tranquila de que alguien tan confiable se quedara a su lado, sobre todo por lo frágil y enfermiza que había sido Myne.

Pero ahora, al verla bien desarrollada y con mejor salud, se alegró de que se hubiera ido con los nobles. Effa sabía en su corazón que si ella se hubiera quedado en casa, probablemente el cuadro de su pequeña a esa edad nunca se le hubiese presentado.

Por otro lado, estaba realmente curiosa de cómo se dio todo. No era sólo ella, Turi y Gunther también esperaban la gran historia que se escondía tras los rumores de cómo se habían comprometido que circulaban en la ciudad.

Mientras recibía a las visitas, vio que Ferdinand traía una especie de canasta consigo. Era extraño para todos ver a alguien como él ser tratado como un mensajero por la misma Myne, quien lo había cargado con el licor que él le había prometido a su padre y postres que quería compartir con su familia. A parte, esperaba poder cocinar la cena junto a Tuuri y su madre, así que llevó un poco de carne y verduras que pensó podría usar. Desde que ellos se colaban de esa manera sin que sus ayudantes lo supieran, probablemente sería lógico el curso de acción de Myne, aunque a los ojos de alguien que sabía que Ferdinand era un noble caballero, podría ser incluso escandaloso.

Effa, con ojos alegres, estaba feliz al darse cuenta de las concesiones que él estaba dispuesto a hacer por Myne.

–¡Mamá! –Myne se abalanzó hacia ella en un gran abrazo, para luego, empezar a husmear por toda la casa con la mirada. –¿No está Kamil?

Ascendance of a Bookworm coupleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora