Don't blame me for falling ...
(To be so Lonely, HS)
Despertar cada día era una rutina, alguien entraba en mi habitación con una bandeja, en ella un vaso desechable, desearía pedir uno de vidrio después de tanto consumo de plástico pero no esta permitido, al parecer en ningún área, junto al vaso dos pastillas, el antidepresivo y el ansiolitico, lo he aprendido en mi estancia aquí, lo aprendí todo aunque ellos piensen que no, que no les hable no significa que no escuche después de todo.
No se hasta cuando sigamos de la misma manera, supongo que prefiero esto a lo que me esperaría fuera de esta burbuja, es como permanecer en un lapso de tiempo y el pasado o el futuro no fuera a afectarme aquí, es un estado constante de calma, me siento a salvo sin sentir nada, la otra opción es muy dolorosa y ya no me permitiré volver a sentir nada.
No he olvidado pero no quiero recordar, y hablar solo me llevara a eso, lo supe desde el comienzo cuando comencé mi voto de silencio, es mejor así, ya se acostumbraron a eso y ya no intentan hacerme hablar, no tengo nada que decir, aunque aveces si que me gustaría sacar de su error a algunos, tal vez extraño reírme aveces pero no he encontrado motivos para reír de todos modos.
Hay dos formas de sobrevivir a la rutina, estar atenta a las demás historias o perderse en la imaginación, claro que es un riesgo porque la mente puede divagar en el pasado y empezar a imaginar las posibilidades de que hubiera sido si..... y ese si es un juego peligroso porque te lleva a los mas dolorosos recuerdos.
Después de las pastillas toca salir a caminar y luego asearse para el desayuno, y la mañana esta llena de actividades como charlas, clases y terapias, el almuerzo, y la hora de visitas por las tardes, me gusta estar en la biblioteca, se ha convertido en mi lugar favorito, cada libro es una nueva historia en la que no tengo pensar en la mía, hasta que tengo que volver a mi habitación otra vez y la pastilla para dormir, aunque creo haber regulado mi sueño lo suficiente para dejarlas.
Los días más difíciles son los de mi visita, Gio viene cada martes por la tarde y siempre soy acompañada hasta la mesa en el gran jardín donde suelen ser las visitas a menos que haga mal tiempo, me siento mientras él me habla, sabe que no obtendrá respuesta pero igual lo hace, las primeras veces no paraba de disculparse, ahora solo me cuenta cosas, de su rutina o algo que acontezca, me gusta escucharlo, sé que se preocupa mucho por mi y se siente culpable, pero también me siento culpable porque no puedo responderle, se que si digo algo saldrá todo lo que tengo guardado y él no es la persona indicada para eso, nadie lo es.
Él no tuvo la culpa de lo qué pasó, solo fue un buen esposo, amigo y gerente, ninguna de las tres descripciones conmigo pero ahora se hace cargo de mi, no sé hasta cuando siga haciéndolo, pero tal vez el día que él se canse saldré de aquí.
Fue gran amigo de mi padre y por eso cuando él murió me dio trabajo en su empresa, fui asistente de su secretaria, nada tan importante pero muy bien pagado y con actividades suficientes para justificar la paga. Durante el tiempo que trabaje con él fue siempre muy respetuoso y amigable, siempre coincidíamos en el tema de mi papá, y agradecí mucho su amistad porque cuando mi papá murió me sentía tan perdida, a pesar que me creía independiente siempre dependí emocionalmente de él, y de alguna manera Gio fue un soporte, fue la figura de estabilidad que necesitaba para superar la pérdida.
Siempre supe que era casado pero no conocí a su esposa hasta meses después, cuando se rumoreaba que ellos tenían problemas en casa, nunca le pregunté a Gio sobre eso, por más que entablamos alguna amistad no llegaba tan lejos. No sé qué es lo que ella vio o qué quiso ver aquel día pero para cualquier otra persona no hubiese significado nada sin embargo ella vio algo que no había, yo le servía el café de la tarde a Gio en su oficina, era ya una rutina y yo la encargada del café, algún tiempo atrás me la pasaba analizando cada detalle de aquella tarde, si hice algo mal, si me equivoqué, si yo interpreté mal mi papel, por qué ella me odió desde el primer día. Noté su presencia al igual que Gio por un grito, ambos miramos a Olivia quien parecía alterada, la reconocí por la foto que Gio conservaba en su escritorio y supe que se trataba de sus esposa, primero pensé que algo le había pasado hasta que quise saludarla
- Señora Tremblay -
- ¿Que pasa aquí? - ella ni siquiera me miro, yo me aparte del escritorio y me acercaba a ella, pero me evadió y por el otro extremo del escritorio se acercó a Gio
- Permiso - atine a decir y salí de la oficina, no entendí que había pasado, porque la señora Tremblay se comportaría así, si había escuchado que era una persona difícil, una mujer engreída que tenía a su esposo a sus pies, pero no pensé alguna vez presenciar alguna escena yo misma.
Aquel día todo cambio, Olivia aparecía más seguido por la oficina de su esposo, aunque al comienzo me parecían ideas mías, ella nunca me dirigía la mirada, ni contestaba mis saludos, pensé que era así con todos pero pronto me di cuenta que ella sentía especial desagrado por mi y no sabía por qué.
Por esos días aprendí que no bastaba con la buena intención de las acciones sino que más pesaba las interpretaciones. Una tarde Gio me explicaba los balances para el informe que me tocaba hacer de la semana, cuando alguien apartó la silla del escritorio donde estaba yo y sentí una bofetada.
- Maldita perra - sus ojos parecían a punto de estallar de sus órbitas
- Olivia que rayos te pasa, ¿por qué hiciste eso? - Gio se apartó para sujetar a su esposa y sacarla del cubículo, la llevó con forcejeos a su oficina. Y yo me quede desconcertada, no entendía nada.
Luego Gio me explico que ella estaba celosa de mi, tenía una idea equivocada de que entre Gio y yo existía algo más una amistad y profesionalismo, ese día le pedí que me cambie de área y desde entonces evite lo más posible su presencia. Pero ya no me sentía tranquila, llegue a tener más temor de ver a Gio que de verla a ella.
Nunca me relacioné mucho con las personas, por eso no tenía amigos cercanos, el hecho de vivir con mi padre desde pequeña sin madre ni hermanos me hizo ser más como el, centrada, callada y concentrada en mi meta.
A pesar de mis intentos de evasión aún me topaba con Gio algunas veces, en el ascensor, la cafetería, o los pasillos, ya nada era igual y él lo sabía. Un buen día que no presagiaba nada trágico lo conocí, a Harry Styles, como todos los días tomaba el almuerzo en la cafetería, alguien se acercó a mi mesa
- Hola, ¿está ocupado? - me pregunto, me quede sin aliento al verlo, alto, de cabello castaño, sonrisa traviesa y una tonalidad de verde en sus ojos que los hacía más profundos. Al no obtener respuesta levantó una ceja, lo cual me despertó de la ensoñación
- Disculpa, si, es decir no, está libre - las palabras salieron desordenadas de mi boca, quede impresionada al verlo, él era impresionante, con su traje hecho a la medida y una fragancia que nunca olvidaré
- Entonces puedo sentarme - No sé si fue una pregunta o afirmación pero no espero respuesta y se sentó - Soy Harry, Harry Styles, ¿y tú?
- Alessia Evans - el sonrió y vi sus hoyuelos - en ese momento estuve perdida
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To be so Lonely
FanfictionAlessia Evans pasa sus días en un sanatorio después de haber perdido todo lo que ella consideraba importante en su vida y un desamor que la dejó marcada con desesperanza, desilusión y pérdida. Harry Styles al enterarse del terrible desenlace de una...