4.

22 2 37
                                    

—¿Y quién es usted? —pregunta Morgana con los ojos entrecerrados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Y quién es usted? —pregunta Morgana con los ojos entrecerrados.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunta el hombre a mi amiga, observando a las personas que se aglomeran fuera de mi casa, a través de la persiana.

—Morgana. —dice ella, cruzando los brazos sobre el pecho.

Él se gira hacía a mí, dándome una sonrisa amable.

—Mi nombre es Meiser. —dice, acercándose para ofrecerme su mano. —Soy el guardaespaldas de WAB, Jackue me ha enviado por ti, por lo que tengo que sacarte de aquí, sana y salva, ¿de acuerdo?

Le doy una mirada a mi mejor amiga y a mi hermano, que están incluso más tensos y preocupados que yo.

—De acuerdo. —respondo en un hilo de voz.

—Haz una maleta con cosas que vayas a necesitar. —dice. —Probablemente no vayas a regresar en un par de días, en lo que todo esto se calma.

Asiento. Hago una pequeña valija con ropa y productos esenciales, tomo mi bolso, guardo mi teléfono y mi cargador, cuanto tengo todo listo, regreso a la sala, donde Morgana y Haron se despiden de mí.

Una vez listos, Meiser habla por el radio auricular que tiene en la oreja, salimos por la puerta trasera, mi patio es separado del, del vecino por una pequeña cerca de metal, mi hermano nos sigue fuera, Meiser cruza la cerca primero, recibe la maleta de Haron, entonces, se vuelve hacía a mí, mi hermano me levanta en brazos, dejándome sobre los brazos del guardaespaldas cuando este esta listo, una vez del otro lado, miro a Haron, que me regala una pequeña sonrisa nerviosa.

—Te llamaré. —digo, él asiente.

Me despido de mi hermano con un movimiento de manos, antes de aferrarme al brazo de Meiser, que me lleva a través del patio del vecino, hacia el jardín principal, donde un auto negro con ventanas polarizadas está esperando por nosotros.

Él me ayuda a subir primero, saluda al sujeto que conduce, y me pide que me recueste en el asiento trasero hasta que me lo indique.

Son alrededor de 20 minutos de camino, cuando Meiser vuelve a dirigirme la palabra, el auto se ha detenido.

—Hemos llegado. —dice.

Me ayuda a bajar, toma mi maleta, y me dirige a un vestíbulo muy elegante y aparatoso, desde mi lugar puedo ver las ostentosas puertas de cristal, donde decenas de paparazzi están siendo detenidos por varios hombres de ropa elegante, trago duro, mientras intento cubrirme con mi abrigo.

—No te preocupes. —dice Meiser, sonriendo amablemente. —No pueden verte, los cristales están polarizados, ninguna mirada curiosa entra para acá.

Asiento, insegura.

El elevador abre sus puertas, Meiser me hace un ademán para que entre primero, lo hago, cruzando los brazos sobre mi pecho, no sé cómo sentirme, además de incómoda.

Antes de que te vayas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora