a la luna, gertrudis gómez de abellaneda

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Tú, que rigiendo de la noche el carro

Sus sombras vistes de cambiantes bellos, dando entre nubes-que en silencio arrollas-puros destellos

Para que mi alma te bendiga y ame,

Cubre veloz tu lámpara importuna...

Cuando eclipsada mi ventura lloro,

¡vélate, luna!

Tú, que mis horas de placemiraste,

Huye y no alumbres mi profunda pena

No sobre restos de esperanzas muertas brillantes serena

Pero ¡no escuchas! Del dolor al grito

Sigues tu marcha majestuosa y lenta,

Nunca temiendo la que a mí me postra,

Ruda tormenta

Siempre de infausto sentimiento libre,

Nada perturba tu sublime calma

Mientras que uncida de pasión al yugo

Rómpese mi alma

Si parda nube de tu luz celosa

Breve momento sus destellos vela,

Para lanzarla de tu excelso trono

Céfiro vuela


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