Toby se puso detrás de la chica tras escuchar esa aterradora voz grave que provenía del interior del jardín. La luz tenue de la calle impedía que la pequeña adolescente rubia pudiera ver más allá de la gran verja metálica.Una mano arrugada agarró la verja por la parte en la que estaba la cerradura. Samantha se asustó y retrocedió unos pasos pisando la cola de su pequeño amigo anaranjado.
_ Perdona, amigo. -le dijo sin dejar de mirar la oscura verja.-
Una farola se encendió al instante iluminando un rostro de unos 70 años.
_ Que chica más lista... ha sabido encenderla y solo llevamos dos días de entrenamiento. -dijo el anciano en voz baja hablando para él.-
_ Hoo...hola señor. ¿Sabe usted quién soy y por qué estoy aquí? -Samantha se subió las gafas que se habían escurrido por su pequeña nariz.-
_ Claro que sé quién eres, Samantha. ¿Qué tipo de pregunta es esa? -dijo el anciano mientras acababa de abrir la gran cerradura oxidada de la verja.- Venga, pasa. Y haz que Toby entre también... no queremos que vuelva a cazar ratones, pone la casa perdida y yo ya no tengo edad para estar todo el rato limpiando.
_Señor... en el orfanato siempre me han dicho que si un desconoci... -El señor le tendió a la chica una foto dejándola sin palabras.- Pero... ¿Usted conocía a mis padres?
_ Claro que sí, querida... yo conocía a todos vuestros padres.
_ ¿Vuestros? -preguntó Samantha extrañada.-
Pero el anciano ya se había girado y había echado a andar en dirección hacia la casa.
_ Cuando entres, cierra la verja. ¡Y no olvides a Toby! - dijo el anciano mientras abría la puerta de la casa de madera. Segundos después, desapareció por esta.-
_ Vamos pequeño.
Samantha cogió en brazos a Toby y, después de entrar, cerró la gran verja metálica.
Empezó a caminar por un pequeño camino con piedras de distintas tonalidades de marrón. A su derecha, una gran fuente con una blanca estatua de una mujer llorando hacía que le salpicaran unas pocas gotas de agua. A su izquierda, arbustos recortados con formas de animales la observaban mientras caminaba. Un perro, un elefante, un flamenco... todos perfectamente reconocibles, la persona que los había hecho tenía que estar orgullosa de su trabajo.
Llegó al gran porche de madera antes de lo que esperaba y abrió la puerta que el anciano le había dejado abierta.
La casa era más grande por dentro de lo que aparentaba ser por fuera.
Unas grandes escaleras de madera subían hasta el piso de arriba. Las paredes, estaban decoradas con fotos de niños y algún que otro dibujo.
_ Primera puerta a la derecha. -Samantha reconoció la voz del anciano.-
La chica, dejó a su peludo amigo en el suelo y comenzó a andar hacia la dirección que le había indicado la voz.
Entró en una gran biblioteca rodeada de muchos cuadros que reconocía de haberlos estudiado en el orfanato. Sí, eran importantes. La noche estrellada, El nacimiento de Venus, El jardín de las delicias...
Justo en el centro de la sala había una gran mesa de madera encima de una alfombra roja bordada con un precioso hilo dorado. En ella, tres chicas jugaban a las cartas con el hombre que, minutos antes, le había abierto la puerta.
_ Venga chicos, todos a la mesa, Sam ha llegado. - dijo el anciano al verla entrar.-
Dos chicos se asomaron de las estanterías del piso de arriba.
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Femshan
Science-FictionEn 3321, 7 superhéroes dejan atrás sus vidas normales para salvar a la Tierra de un fenómeno nunca visto antes. ¿Conseguirán dejar de lado sus diferencias y unirse para formar un buen equipo?