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Al día siguiente luché por aparecerme en el colegio.
Después de pasar más de 20 minutos mirándome al espejo y escogiendo qué debía vestir y cómo arreglarme, salí gracias a los gritos de mi mamá apresurándome.

Dejé a Christian en la primaria y después me fui a mi infierno.

Mientras caminábamos por los pasillos Savannah me contaba cómo había estado la cena con los padres de John.

—Pero ahora que estás soltera, encontremos a un chico para ti.

—No tengo ganas de meterme en ese rollo por ahora. —bufé.

Entramos al aula, algo nuevo captó mi atención. Más bien, alguien. Tenía el cabello alborotado, era una maraña, como un nido peinado en un suave tupé hacia atrás. 
Era difícil no notarlo en un colegio de a penas 100 alumnos por los seis semestres en total.

Vestía una camiseta negra y unos jeans del mismo color, estaba leyendo.

—¿Quién es él? —pregunté.

—No lo sé.

Savannah dejó la mochila sobre su asiento, pasé a un lado del chico, no se inmutó. Se veía tremendamente alto, yo era una... yo era nada a su lado.
Dejé mi mochila dos lugares atrás de él, junto a la de mi amiga.

John entró al aula para saludar a Savannah, la incomodidad llegó a mi cuandose precipitaron en un beso, así que me aparté disimuladamente.

Habían como 5 alumnos a penas, no paraba de mirar la puerta esperando a Trevor entrar.
Pensé que me veía patética, y que no podía estar siempre con mi mejor amiga y su novio, no quería ser mal tercio. Así que tomé una decisión que me llevó inmediatamente al valle de los perdedores.

El chico estaba solo y aislado del mundo.

—Hola. —saludé.

No se inmutó, después de un momento me miró, duró unos segundos mirándome hasta que regresó su vista al libro.

Genial.

Trevor entró junto a Alex y Jaell al aula, pero había alguien más en su grupito. Heather. Y sentí un hueco en el estómago. No era la mejor sensación del mundo, no sabía si ella era mi reemplazo, sin embargo un aura de celos me inundó.

Mi mirada chocó con la de Savannah, sentí mis ojos picar. Desvié la mirada hacia la ventana, y me coloqué los audífonos. 

Casi inmediatamente Jaell se sentó a mi lado, su cabello negro azabache y su perfume me llegó en forma de estrellas, los chicos siempre huelen bien. Me miró de forma inquisitiva, él era un gran amigo. Siempre lo fue, me gustaba estar con él a pesar de que fuera un idiota.

—Los vi irse juntos ayer al terminar las clases. —informó.

—Trevor me terminó ayer.

Hubo silencio, estoy segura de que a él le tomó por sorpresa tanto como a mi. Su mandíbula se tensó, después de un minuto volvió a hablar.

—Lo siento Hayd, eso está muy jodido. —me limité a sonreír.— No tenía ni idea.

Lo sabía, él estaba tan desconcertado como yo, además, era mi amigo. Jaell era muy guapo, tanto que me llegó a gustar, lo que más le hacía atractivo eran sus facciones tan delicadas pero marcadas, sus pómulos estaban para morirse al igual que su mentón. Siempre lo relacioné con Paxton, el de la serie Never Have I Ever.

Sí, era guapo. Y amigo de Trevor, pues Jaell era el capitán del equipo de soccer. Pero Trevor me había robado el corazón, y él siempre estuvo al tanto, como el cotillo que es.

Youngblood | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora