Érase una vez una hermosa palomita blanca que vivía en una casita de madera en lo alto de un árbol. Desde ese hermoso lugar se veía una hermosa montaña, plantas y flores de muchos colores y se podía contemplar el amanecer y atardecer de cada día.
Además de esas hermosas vistas, la palomita blanca disfrutaba cada día volando sobre los árboles le gustaba atrapar muchos bichitos, mientras volaba por los aires varios pajaritos la observaban y veían cuan feliz era.
La palomita blanca se sentía plenamente feliz. Porque tenía lo que ella quería, su casita en el árbol más bonito, con una vista preciosa y una casita muy acogedora.
Pero su sueño era volar hasta llegar a Paris. Y llegar a la punta de la torre Eiffel.
– '¡Cuánto me gustaría ser más grande ir fuerte!... Si pudiera cambiar mis alas por las alas de un Alcón.
Tanto se obsesionó con la idea que llegó un momento en que perdió interés por todo lo que le rodeaba. La palomita blanca dejó de comer, de volar y poco a poco se fue quedando pálido, flacucho, sin fuerzas. Justo cuando estaba solo y sin fuerzas llego a su árbol una lorita que le pidió que lo dejara quedarse en la casita por que cayó una lluvia y se había lastimado un ala.
La lorita se dirigió a la palomita y le dijo – Palomita blanca, no puedes seguir así. Deberías estar pasándotelo planeando como va hacer la travesía y no todo el día metido en casa sin hacer otra cosa que mirar el cielo. Tú eres una pequeña paloma, pero tienes mucha fuerza y un gran corazón ¿Es que no te das cuenta?... ¡Anda, ve a dar una vuelta que hace un día espléndido o inventemos un juego así te distraes un poco!
Aunque estas palabras tenían la intención de animarlo no sirvieron de mucho; al contrario, la palomita blanca se sintió todavía más deprimida y, en cuanto la lorita se alejó, se puso a llorar amargamente sintiendo que nadie en el mundo le comprendía.
En eso pasa un Alcón por la casa y le pregunta a la palomita.
– ¿Se puede saber qué te pasa, pequeña paloma blanca? Por tu tristeza deduzco que estás metido en un problema bien gordo.
La palomita blanca la miró y se sintió un poco avergonzado.
– No sé si es un problema, pero lo cierto es que me siento mal.
El Alcón se sentó, dispuesto a escuchar la historia.
– No tengo nada mejor que hacer así que soy todo oídos. Si compartes conmigo eso que tanto te agobia quizás pueda ayudarte.
– ¿Sabes lo increíble que es Paris? ¿Y ves lo alto que es la torre Eiffel?... Desde que nací mi gran ilusión es volar hasta la punta de la torre.
– ¿Ah, ¿sí?... ¿Y por qué?
El Alcón sintió mucha lástima por él y se mantuvo en silencio durante unos segundos. ¡No pedía poca cosa el muchachito! Finalmente, decidió opinar.
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El sueño de la Palomita blanca
AventuraEsta historia relata la travesía de una palomita blanca que su sueño era volar hasta París, llegar a la cima de la torre Eiffel, pero no estaba en condiciones de hacerlo, se sentía muy débil para hacerlo. Pero a su vida llego un Alcón que se hizo...