Capítulo 2

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Dejé que el fresco viento acariciase mi rostro y así poder aclarar un poco más las ideas. Estaba en la playa. Ese lugar que me ha servido de refugio, el lugar donde he pasado los momentos más maravillosos de mi corta vida, donde he jugado, bailado y reído hasta perder la respiración. Mi querida playa de Almería, mi segunda casa. Y ahora la perdería para intercambiarla por el caluroso ambiente sevillano. Siempre he querido ser científica, me encanta descubrir cosas nuevas y sobre todo que éstas  ayuden al desarrollo de la sociedad. Mi ambición por aprender y estudiar duro, me han llevado a sacar una de las notas más altas en Selectividad. Gracias a mi gran esfuerzo he cumplido el mayor sueño de mi vida, ingresar en la Facultad de Biomedicina. A pesar de estas ventajas también hay muchos inconvenientes por delante. Me asusto sólo de pensar que es una carrera muy difícil y de que puede pasarme lo que sea y en este caso no tendré a papá y mamá para que me salven. Pero como dice mi abuela: si el pájaro no echa a volar, nunca descubrirá las maravillosas vistas que le ofrece el mundo. El camino para poder volar es difícil y las primeras veces fallarás. Pero hay que vencer el miedo y sacar tus alas cansadas de tanto luchar y cuando estés en lo alto, te sentirás orgulloso de tu meta conseguida y nunca más querrás volver a bajar. No puede evitar que una tímida lágrima descendiese por mi mejilla.

-          Cariño tranquilízate un poco, todo va a ir bien. -Mi padre se dio cuenta de mi melancolía y rápidamente se acercó para sanar mi dolor.

-          Papá no puedo.- Dije explotando en un fuerte llanto.

-          Ya mi vida.- Me consoló rodeándome con sus fuertes brazos que me han protegido desde pequeña y que vuelven a hacerlo.- ¿Qué te asusta de todo esto?¿Piensas que vamos a dejar de quererte?

-          No es eso, pero ya sabes como soy y por todo lo que he pasado estos últimos años.

-          Claro que lo sé y también sé que tienes un corazón más fuerte que el hierro pero a la vez el más blando. Eres guapa, simpática, muy lista. ¿Qué más quieres? Los chicos van a andar pegados a ti para pillar cacho.

-          ¡PAPÁAAA! -Dije soltando una carcajada. Parecía imposible volver a sonreír, pero gracias a él he vuelto a hacerlo.

-          Yo sólo te digo que andes con cuidado-. Dijo alejándose de mi lado para reunirse junto a mi madre. -¿Nos vamos ya? Porque mis tripas parecen un zoo con tanto rugido. Además hay alguien que sé que va a aparecer con arena hasta en los ojos. -Lo decía por mi hermana que saltaba alegremente de un lado para otro a través de la orilla.

Paramos a comer en una de mis hamburgueserías favoritas. Como siempre me pedí una hamburguesa de pollo con bacon y queso, patatas fritas y un refresco de limón. La comida transcurrió alegremente gracias a las bromas de mi padre y las ocurrencias de mi hermana. Todo se estropeó cuando un grupo de chicas entró por la puerta. ¡Mi día no podía ir peor! Era Ángela y su querídisimo e inseparable grupo de amigas. Como siempre iban con andares de diva y mirando a todo el mundo de a su alrededor con inferioridad. Y claro, yo no iba a ser menos. Se sentaron en una mesa al lado nuestra y como siempre empezaron a cuchichear.  Una de las veces escuché a Ángela decir:

-          Mira la mosquita muerta. Parece una niña pequeña, siempre rodeada de su familia. Menos mal que hoy ya se va a la Uni.

-          ¿Nos vamos ya?- me estaba enfureciendo demasiado y no quería que las cosas se torciesen más.

-          Si, vámonos ya. ¡Sevilla nos espera!- dijo mi madre evitando que volviese a pegarle una paliza a esa guarra.

Antes de poner rumbo a Sevilla, pasaríamos por casa de mis tíos para soltar a la pequeña. Las despedidas se me hacen muy duras y no quiero que mi hermana me vea llorando a mares. Mi padre se bajó del coche indicándome que ya habíamos llegado. Ahora toca la parte más difícil de todas: despedirme de la alegría de mi casa. Echaré mucho de menos su risa, sus tonterías y también, contarle un cuento todas las noches

-          ¿Ya te vas, tata?- me dijo con una carita triste.

-          Si mi niña, pero te prometo que volveré enseguida.

-          Jooo no quiero que te vayas.

-          Tengo que irme. Igual que tú tengo que ir al cole, pero mi cole está en Sevilla.

-          Te vas a olvidar de nosotros.

-          Eso nunca pequeñaja. ¿Cómo me voy a olvidar de mi solete? Además todas las noches llamaré a mamá y hablaré contigo, ¿vale?

-          Vale, te quiero mucho tata. –Dijo apretándome con sus pequeños brazos.

-          Y yo a ti. Volveré pronto

Empecé a llorar y antes de que mi hermana me viese me metí corriendo en el coche. No quiero hacerla sufrir y menos que piense que me voy triste de aquí. Mis padres volvieron al coche y nos fuimos rumbo a Sevilla. Nos esperaban cuatro largas horas de viaje, por lo que intenté dormirme mientras escuchaba un poco de música. El viaje se me hizo más corto de lo que esperaba y ya estábamos en la ciudad. Llegamos a un gran edificio rodeado por un floreado jardín. Estaba cansada de verlo quinientas veces por internet. Esa era mi residencia, la que sería mi casa a partir de ahora.

InseguridadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora