Samantha subía a su coche visiblemente más estresada de lo habitual, dejaba sus cosas en el asiento del copiloto y encendía el motor. Antes de salir del aparcamiento, toqueteó rápidamente la pantalla táctil que tenía el coche y un pitido sonó por todo el vehículo. La rubia salió del aparcamiento del piso mientras resoplaba, a la espera de que le cogiera el teléfono.
-Buenos días, directora Gilabert.-Oír su voz siempre la tranquilizaba.
-Buenos días, papá. Veo que hoy estás de buen humor.-Sonreía mientras paraba en un semáforo de rojo.-¿Qué habrá cambiado?
-La jubilación hija, que me ha sentado mejor de lo que esperaba.- Se reía feliz.- Me ha comentado tu hermano que prefiere quedarse en el piso, ¿tú vas a hacer lo mismo?
-No, prefiero dejárselo a él, a ver si así aprende a cuidarse solo.-En un semáforo aprovechaba para mirarse en el espejo retrovisor.- Ayer ya vinieron a llevarse todas mis cosas y ésta mañana me ha llamado Anajú para decirme que ya está todo preparado.
-Perfecto princesita, sé que lo vas a hacer genial, no hay nad amás que deba enseñarte y estoy tranquilo sabiendo que dejo a mi pequeño en las mejores manos.-Samantha rodaba los ojos, soltando una pequeña risa.
-Ya no es tan pequeño, ha crecido bastante. Y tranquilo, nosotros lo cuidaremos muy bien.-Llegaba a su destino en pocos minutos, dejando el coche en su plaza de parking particular. Miraba hacia la derecha y veía que el coche de su hermano aún no estaba.
-Lo se, cielo. Sé que tu hermano y tu lo vais a llevar muy bien.- Samantha sonreía mientras recogía las cosas del asiento del copiloto.-Bueno, no te distraigo más en vuestro primer día. Os quiero mucho, dale un beso a tu hermano de mi parte.
-Si papa, nosotros también. Un beso.-Y con eso la llamada terminaba. La rubia salía del coche y cogía aire antes de encaminarse hacia el ascensor, lista para empezar una nueva etapa en su vida.
Subió a la última planta y se dirigió directamente hacia su despacho. Saludaba cuando se cruzaba con algún empleado, dándoles los buenos días. Cruzaba un largo pasillo lleno de despachos que terminaba en una puerta doble, la abría mientras aguantaba la respiración sin darse cuenta y sonreía de oreja a oreja.
Era un gran despacho con un escritorio y dos sillones para las visitas, tenía un ordenador y un mueble bar que a su padre no le podía faltar, además contaba con un espacio de descanso que tenía dos sofás enfrentados y separados por una mesa de café. Pero lo mejor de la estancia para Samantha era la pared exterior que consistía en una enorme cristalera, desde donde se podía ver la ciudad de Barcelona entera. Unos toques en la puerta la sacaron del trance.
-Madre mía es que aún no me lo creo.-Anajú se abalanzaba sobre a ella para abrazarla-Es que mírate, si llevas traje y todo.-Samantha se reía.
-Ahora tengo un puesto que lo requiere. Ya me acostumbraré. Yo tampoco me lo creo.-Ambas se miraron por un momento y empezaron a gritar de la emoción. Cuando ya se calmaron las dos seguían con una sonrisa enorme en la boca.-Bueno, ¿ha llegado ya mi hermano?
-¿Tú que crees?-Como respuesta, la morena alzó una ceja mientras que Samantha bufaba, llevándose los dedos a la sien.-Pero tranquila, como buena asistente de la directora general lo buscaré-Le guiñaba un ojo.-Ah y otra cosa, recuerda que a la once y media tienes que estar lista en el salón, no sé si te dijo Eva que...-La rubia levantaba la mano para que dejara de hablar.
-Anajú por favor, sabes que me pasaría la vida escuchando tu voz, pero necesito mi café antes de hablar de trabajo.-Con eso le dió un beso en la mejilla y cogía su bolso para salir del despacho, pero volvía a abrir la puerta para dejar ver su cabeza.- Te quiero mucho amiga.
-¡Anda tira! Yo también.
.
Flavio salía corriendo de su habitación con unos pantalones a medio poner, entró en la cocina y se encontró con un plato y un café en la encimera.
-He visto la hora y te he hecho el desayuno. Ya te vale, tío.-Gérard, su compañero de piso y mejor amigo, lo miraba desde la mesa por encima de una taza de café.
-Tenía puestas tres alarmas y las he apagado las tres para volver a dormirme, suerte que vivimos en cajas de cerillas y me han despertado los gritos de los vecinos.-Se sentó en la mesa con su amigo y empezó a desayunar.
Ambos jóvenes se habían conocido hacía poco más de un año. Flavio se había mudado a Barcelona para poder seguir con su pasión de ser chef, encontró trabajo en un restaurante pequeñito, pero en el que frecuentaban gente importante, que le permitía pagarse el piso que había encontrado en la capital, aunque luego no le quedara mucho más para gastar. Gérard había ido a tocar en el restaurante gracias a un amigo suyo que pudo enchufarle y a partir de ahí no se volvieron a separar.
Flavio le propuso al rubio vivir con él, el piso estaba cerca del conservatorio donde estudiaba Gérard y de la escuela de música donde daba clases de guitarra por las tardes. Todo iba de maravilla hasta que el dueño del restaurante decidió cerrar para trasladarse a Madrid, por lo que Flavio se puso a buscar trabajo por todas partes.
-¿A qué hora tienes que estar ahí?
-A las once,-El moreno engullía una tostada- me dijo la de la entrevista que al ser el primer día debía conocer a todo el equipo.
-Aún tienes dos horas, podrías ducharte antes, estas sudando.-Gérard se levantaba a dejar la taza en el fregadero.-No se porqué te pone tan nervioso.
-Porque cuando buscan sous chef para el mejor restaurante del país que casualmente es del mejor hotel del país, te pones nervioso-Flavio dejaba los platos en el fregadero y se dirigió hacia el baño.-Este puesto es todo por lo que he estudiado.
Consiguió salir de casa con el tiempo justo, aunque por culpa del autobús que tenía que coger, se bajó del transporte con el tiempo justísimo para llegar al hotel donde le esperaban para su primer día. Su coche se estropeó la semana pasada pero aún no le habían llamado del taller. Caminaba casi corriendo intentando esquivar a todo el mundo que se le cruzaba por la calle, ya veía la espectacular entrada del hotel, cosa que le puso aún más ansioso por llegar.
Iba tan absorto con la mirada fija en el hotel que casi se choca con una mujer rubia con gafas de sol, se la encontró de golpe delante de él con las prisas pero fué lo suficientemente rápido para apartarse. Solo chocaron el brazo. Flavio no se paró, tenía demasiada prisa y solo giró levemente la cabeza para gritar un "Lo siento" y seguir andando.
Se paró delante de la gran puerta de cristal con las iniciales "H.G.C.", se quitó el sudor de las manos en la chaqueta y entró.
💛
MUCHAS GRACIAS SI HABÉIS LLEGADO HASTA AQUÍ.
Espero que os haya gustado, voy a ir subiendo uno o dos capítulos por semana, dependiendo de vuestras ganas. ;)
OS LEO EN LOS COMENTARIOS O NOS LEEMOS EN TW - @KateMiddleton_S
¡¡Hasta pronto!!
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Lobby
FanfictionFlavio, un joven cocinero muy prometedor, entra a trabajar en el mejor hotel del país. Conocerá a grandes amigos y a una nueva familia, una vida que solo podría haber soñado. Pero una cierta rubia, dueña del hotel, no va a ponérselo nada fácil ya qu...