Black beauty

537 36 3
                                    

Día 3. Ojos tapados.

Advertencias: ligero contenido sexual.

Notas: aprovechando que me atrase un día decidí hacer una historia de dos partes, empieza con el día tres y termina con el día cuatro que será publicado hoy por la noche ggg. Igual se pueden leer por separado las historias, pero les recomiendo leerla ambas, quedó bonita la secuencia 3u3 —se echa flores—.

Black beauty

──────── ∘°❉°∘ ────────

Cerró sus ojos con la confianza de que nada le iba a suceder. Cedió por unos momentos el control, se dejó en manos de Stephen y esperó lo mejor. Fue una novedad esperar lo mejor, Tony Stark siempre calculó los riesgos y buscó maneras de evitar el porcentaje que no aseguraba la victoria o el resultado más favorable.

Strange susurró palabras para tranquilizarlo una y otra vez, después sintió cómo el trozo de seda negra que minutos antes le había proporcionado para cubrir sus ojos estaba siendo puesta en su lugar, luego fue atada por detrás de su cabeza. El manejo de Stephen fue cuidadoso, incluso si sus manos temblaron por momentos, se las arregló para no causarle daño.

Tony pensó en Nueva York a esas horas de la noche: las calles menos transitadas, pero todavía vivas; las luces de los autos y edificios menguando la oscuridad en la que debería de estar sumida la ciudad y el brillo de la luna opacado por los iluminados rascacielos. Enseguida se concentró en el hombre que estaba hincado, acunado, entre sus piernas y en la textura suave de las sábanas de su cama.

Stephen siguió murmurando halagos y frases sobre lo orgulloso que estaba de que Tony se mantuviera quieto, terminó de acomodarle la venda y prosiguió a acariciar su cuerpo desnudo con tranquilidad, las manos recorrieron cada parte de su ser, desde su rizado y despeinado cabello hasta los dedos de sus pies.

Stephen se detuvó un largo rato en el pecho de Tony, se tomó su tiempo, delineó las múltiples cicatrices que adornaban la piel y pensó en las suyas, en las líneas blancas que estropeaban sus dedos como recordatorio de que el destino no siempre fue bueno o piadoso. Miró la piel oliva que acuñaba con recelo la huella de que Tony en algún momento de su vida fue herido a muerte y sobrevivió porque eso era lo que hacían los fuertes, sobrevivir. Siguió examinando los brazos, las piernas y el abdomen con hambre. Stark estaba lleno de cicatrices que contaban la historia de su vida como Iron man.

Se inclinó sobre Tony, se recargó sobre sus codos para no aplastar al hombre más pequeño y enseguida besó los labios ajenos con calma, como si fueran el té que tomaba todos los días a la misma hora como parte de su rutina. Sostuvo el labio inferior entre sus dientes y lo lamió, luego repitió el gesto con el superior, enseguida introdujo su lengua en la boca del otro y demandó la respuesta de Stark, deseoso de ser correspondido al momento y de saber que no era el único que sentía que necesitaba del afecto rudo.

Tony respondió al beso con intensidad, pero dejo que Stephen lo dominara. Enredó su lengua con la ajena y trazó los dientes y el paladar de Strange buscando adueñarse de su sabor. La calidez otorgada por el abrazo lo hizo olvidarse de que existía un mundo inhóspito allá afuera, en ese momento sólo fueron él y su amante.

No existía un Tony Stark que nunca podía de dejar de mover los ojos de un lado a otro, buscando y encontrando detalles o que deseaba que sus manos siempre estuvieran ocupadas. No había un hombre de negocios implacable, un diplomático, un rompecorazones al que le habían roto el corazón. No existía un Stephen Strange que veía al mundo en todas sus facetas y aún así seguía conservando la esperanza. No había vestigios de un ex cirujano lleno de confianza y ego, de un hombre que supo lo que era estar en el punto más bajo y renunciar a todo por aferrarse a una vida pasada.

No había nombres en ese momento. Sólo cuerpos y la metáfora de Stephen antes de vendarlo: hay belleza en el mundo y no puedes verlo.

Strange siguió besándolo como si de esa manera pudieran deshacerse de la sed que los embargaba y saciarse de la prolongada hambruna que nunca cesaba. Tony se aferró a la espalda del otro. Sí la belleza existía de seguro una gran parte estaba contenida en Stephen.

Cuando el beso se hizo demasiado se separaron, Strange volvió a acariciarlo y esta vez se enfocó en preparar su cuerpo para que pudieran hacer el amor. Tony rió, él ya no tuvo sexo, ahora, hizo el amor. Donde antes se necesitó de cientos de árboles y plantas para que creyera ver un jardín, ahora sólo requería que Stephen le dijera que un par de buganvilias en un vaso con agua era un vasto campo.

Stark sintió los dedos de Strange en su interior, revolviéndole, incitándolo a que siguiera fundiéndose con el momento. Hubo momentos de titubeó porque sus manos ya no eran tan diestras como en el pasado. ¿Y a quién le importaba? Si esa venda era otro símil, Tony iba a admitir con orgullo que a la única persona que dejaría que lo guiara por la oscuridad sería Stephen.

Al cabo de unos instantes los dedos lo abandonaron, fueron remplazados por algo más duro y grande. La repentina penetración tomó desprevenido a Tony, soltó un jadeó que fue calmado al instante por más mimos y dulces palabras, Strange lo ayudó con su propia erección, lo apoyó para que todo fuera más sencillo, más llevadero.

Tony tuvo la impresión de que sus neuronas habían dejado de hacer sinapsis y ahora lo único en lo que se podía enfocar era en el infinito calor que recorría su cuerpo, la forma en la que la voz envuelta en placer de Stephen resonaba en la habitación y lo mucho que adoraba como se sentía estar lleno. Cada terminación de su cuerpo respondía sólo cuando Strange se lo solicitaba.

Escuchó sus cuerpos chocar, los gruñidos forasteros y los suyos, se deleitó con el fuego que lo quemó cuando Stephen apretó su cintura y se derramó en su interior, seguido de su propio orgasmo que manchó la mano temblorosa del otro y luego...

Y luego hubo luz. Strange le quitó la venda para que pudieran compartir una mirada. Los ojos azules con manchas verdes lo contemplaron como si fuera el suelo al que sus venas se han hundido.

Tony no estuvo seguro de qué le transmitió a Stephen, pero éste sonrió satisfecho.

Y sólo asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora