[MasaMei]

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Cuantas veces sea necesario

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Cuantas veces sea necesario

Masatoshi nunca había sido una persona muy habladora ni eufórica. Era lo que llamaban, un tipo reservado. A diferencia Narumiya, que nunca se guardaba sus comentarios u observaciones, él se mantenía a lo lejos, examinando y planeando (porque eso es lo que hacen los hombres sabios). A lo largo de su vida se dedicó a intervenir de manera prudente, cuando se lo pedían o en momentos de crisis. Durante dieciséis años se mantuvo fiel a sus principios.

Sin embargo, pronto se volvió capitán del equipo y se vio envuelto en una maraña de camarería. Velar por otros le vino natural, fue como dar indicaciones en el campo de baseball o calmar a los inquietos jugadores ante la crisis. Creyó que el destino lo obligó a salir de su zona de confort para hacerlo crecer como humano. Y estuvo bien con ese hecho.

Pero, si lo pensaba bien, su carrera como líder no comenzó cuando le dijeron que estaría a cargo de sus compañeros, no, todo inició en el momento que se quedó sentado afuera de la habitación de Narumiya para reconfortarlo y hacerle ver que no estaba solo y que el equipo lo esperaba. Se necesitaba de mucho para conocer a un hombre o para entenderlo, sin embargo, a Masatoshi siempre le sobraron cualidades.

Incluso si Mei nunca se enteraba de la cantidad de horas que Harada pasó sentado con la espalda recta, escuchando los lamentables murmullos y mirando a su alrededor para entretenerse, Masatoshi todavía volvería a hacerlo de nuevo: custodiaría la puerta de Narumiya con la misma determinación.

Relatos casi azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora